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El día más feliz en la vida de Olli Mäki

A principios de este año tuve el placer de descubrir Compartimento Nº6, una película que con la sencillez de su planteamiento, la compleja relación de sus dos personajes y que con un ritmo pausado pero firme iba derritiendo el hielo inicial para dar paso a una calidez muy reconfortante ha conseguido quedarse rondando por mi cerebro. Y debido a la buena toma de contacto que me produjo, he decido indagar más en la filmografía del director para ver si esas buenas sensaciones podían persistir. Hoy os hablo de El día más feliz en la vida de Olli Mäki.

Basada en hechos reales, la historia se sitúa en agosto de 1962, cuando Olli Mäki es firme candidato a campeón en la categoría de peso pluma en boxeo. Tal es el revuelo que prácticamente todo el país está de su parte, convirtiéndolo en un héroe deportivo nacional. El objetivo para lograr la gloria que todos le auguran es concentrarse en los entrenamientos y perder peso, pero por el camino surge un pequeño problema: Olli se enamora de Raija.

El hecho de que la cinta esté rodada en blanco y negro de primeras le da un aire nostálgico a la historia a la par que melancólico. Y al igual que los dos colores que aparecen en pantalla, la historia en sí es la combinación perfecta entre luces y sombras, siendo la oscuridad todo el camino para lograr el éxito en el boxeo y la luz la presencia de Raija en la vida de Olli. Con estas dos bifurcaciones en la vida del protagonista que tal y como se las plantean parecen incompatibles, uno podría pensar que está ante un drama cuyo eje central es el boxeo junto con éxito y el sacrificio que debe pasar Olli para llegar al combate final y ser el ganador a ojos de todos como tan buenos ejemplos ha dado el cine estadounidense.

Sin embargo, a pesar de que la película tiene muchos de esos tópicos, al estar situada en el país nórdico tiene unas reglas diferentes. Una dialéctica mucho más políticamente correcta a la hora de hablar, unos personajes que se mueven como peces en el agua en la contención y la sutileza, una introspección por la que se rige todo el país y en general una sucesión de eventos sin grandilocuencias tanto narrativas como técnicas, algo que al estar tan enfocado en el deporte y todo el camino que hay que recorrer para un triste reconocimiento es cuanto menos llamativo la casi ausencia de la épica por la gloria. Pero habría que matizar esto último, ya que el filme hace un excelente trabajo construyendo la intriga para el combate final en el clímax aunque claramente este no es lo más importante. Este enfoque al mismo tiempo casa perfectamente con la visión que tiene el propio Olli del deporte, ya que él es un hombre sencillo de una área rural que simplemente ha llegado lejos por ir paso a paso y que detesta todo el circo en ocasiones necesario que se ha formado a su alrededor casi de la noche a la mañana.

El día más feliz en la vida de Olli Mäki

Y es que si Olli es una persona que se encuentra cómoda en la sencillez, resulta comprensible que en Raija haya encontrado su lugar seguro y que sea ella la que esté en su cabeza todo el día frente a la responsabilidad que le supone el boxeo. Resulta enternecedor como con unos pequeños gestos entre dos personas tan humildes va surgiendo algo mutuo, de modo que Raija es el aire que necesita Olli para respirar, o mejor dicho, para respirar de nuevo. La persona que lo comprende, que lo complementa y que al mismo tiempo puede enseñarle sobre él y sobre el mundo sin pretenderlo, haciéndole ver donde está la verdadera felicidad. Es por ello por lo que la cinta si bien tiene el boxeo como eje principal, es ante todo una muy bella historia de amor, nuevamente sin grandes pretensiones.

Dado que Olli y Raija son el centro de la historia, el trabajo de los actores supone un porcentaje muy alto del resultado final. Jarkko Lahti es la perfecta representación de Olli, con la sutileza y la contención mientras que Oona Airola como Raija es una pequeña chispa en todo un mundo muy masculino donde su sola presencia impacta casi más que su silencio, pero también aporta muchísima savia nueva con su sonrisa y su actitud tan divertida cuando la saca a relucir, por lo que resulta totalmente comprensible que Olli se haya enamorado de ella. Y habría que destacar también a Eero Milonoff como Elis, el entrenador de Olli, un hombre dispuesto a todo por llevar a su estrella a lo más alto sin tener en cuenta sus verdaderos deseos y que cumple muy bien como punto de quiebre.

En líneas generales, se trata de una película que a priori puede parecer fría y distante por sus formas, pero que a medida que va avanzando el metraje contiene en su núcleo una calidez muy gratificante que solo se halla en las pequeñas cosas sencillas, que son aquellas que finalmente nos brindan la felicidad más genuina.

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