El Crimen de Georgetown
Hans Landa es, probablemente, uno de los personajes más recordados de la filmografía de Quentin Tarantino. Esa mezcla de carisma avasallante y violencia contenida fueron interpretados a la perfección por Christoph Waltz. Este actor austriaco alemán se convirtió en una estrella internacional tras la cinta de Tarantino y consiguió ganar un Oscar y el premio a Mejor Actor en Cannes por su trabajo en Bastardos sin Gloria (Malditos bastardos).
En el 2019, Waltz decidió aventurarse como director y para ello eligió una escalofriante historia de la vida real. El Crimen de Georgetown está basada en el asesinato de la socialité Viola Herms Drath, de 91 años, en manos de su esposo Albrecht Muth, 45 años menor que ella. En la cinta, Waltz es Ulrich Mott, el arribista aspirante a diplomático que tiene como carrera a la estafa. El rol de la anciana Elsa Breht está a cargo de la legendaria Vanessa Redgrave y la no menos talentosa Annette Bening interpreta a la hija de esta última.
La película está construida bajo la premisa del misterio. La respuesta sobre quien ha cometido el crimen es casi evidente desde el inicio, sin embargo, la narrativa logra confundir a la audiencia y genera una sensación hitchcockiana permanente. Poco a poco, el film va revelando la delirante mentalidad de este hombre ambicioso y escalofriante, que no teme en calcular cada paso que da con tal de obtener lo que quiere.
Waltz logra que existan sentimientos encontrados hacia Mott y por momentos, su encanto y galantería consiguen poner al espectador en el mismo lugar del personaje de Redgrave. La cinta se sostiene en el desempeño de sus actores, quienes dominan sus roles desde los acentos hasta los gestos diplomáticos de la burbuja social de Washington D.C. donde se ubica el barrio de Georgetown.
Destacan Christoph Waltz, que se repite y domina el rol del educado caballero con aires de grandeza y Vanessa Redgrave, que, en la sexta década de su carrera, sigue demostrando porqué es una de las mejores actrices de todos los tiempos. Annette Bening consigue darle carácter a su papel, aunque este es demasiado pequeño y evidencia las carencias del guion para el diseño de sus personajes, que no son explotados en más dimensiones fuera de la apariencia sacada de alguna página de revista de sociedad o policial.
El Crimen de Georgetown es de esas películas construidas sobre el hombro de su reparto, de humor negro, pero que, en términos narrativos, deja deseando un poco más.
