Entre la tierra y el cielo
Haciendo caso de las recomendaciones que aparecen de vez en cuando por mis redes sociales y tratando de salirme un poco de mi zona de confort, qué mejor que una película del catálogo de Netflix avalada por buenas opiniones y que ha resultado ser un acierto rotundo, tal y como procedo a exponer a continuación.
Xiaoxiao y Jianqing son dos jóvenes que se conocen de casualidad en el tren camino a casa durante las vacaciones por Año Nuevo. Unos años más tarde, se vuelven a reencontrar como pasajeros del mismo avión y rememoraran la relación que tuvieron.
El gancho narrativo no podría ser más idóneo. Uno podría pensar con cierta lógica que primero se mostraría aquella parte del pasado desde el primer encuentro de la pareja protagonista hasta el momento donde ambos deciden tomar caminos separados. Afortunadamente, la directora Rene Liu sabe como jugar con la narración y entrelaza los tiempos del pasado y presente, en color y en blanco y negro, de manera que el espectador va recibiendo en pequeñas dosis fragmentos de la relación entre Jianqing y Xiaoxiao con el leitmotiv de la fiesta de Año Nuevo, y por tanto, el interés por querer saber qué sucedió tiempo atrás para llegar al punto actual va creciendo. De esta manera también son más visibles los cambios de actitud en la línea temporal y la curiosidad aumenta a medida que pasan los minutos.
Estas primeras píldoras no son más que le excusa para narrar una historia de dos jóvenes que al terminar la universidad deben pasar de la juventud a la vida adulta buscándose la vida de cualquier manera en una urbe mastodóntica como es Pekín, y encima con el añadido de que ambos proceden de zonas más rurales y que prácticamente están solos en la ciudad, viendo en contadas ocasiones a sus respectivas familias. Por supuesto que la cinta contiene las peculiaridades sociales del país e incide en las costumbres y el modo de vida, pero los temas que trata son fácilmente reconocibles para todo el público: La euforia de una relación que en apariencia marcha viento en popa, la ilusión de pensar que los años venideros serán mejores cumpliendo con la vocación señalada, la predisposición a hacer casi cualquier cosa con tal de no defraudar a la familia y autoconvencerse que todo va bien, la desilusión y la frustración al ver que algunas esperanzas van desvaneciéndose en el horizonte como estrellas fugaces, la necesidad de demostrar a los amigos más cercanos que no hay ningún problema y casi de demostrar que se está al mismo nivel, cómo el paso del tiempo va moldeando a una pareja o las personas que sin pretenderlo terminan dejando una imborrable huella.
Vistos los temas, lo más sencillo sería aplicar un enfoque dramático, pero es que nuevamente la comedia y el drama son el tono intrínseco del filme. Tan pronto uno puede estar con una sonrisa en la cara viendo lo directa que es Xiaoxiao o las ocurrencias de Jianqing como puede encogérsele el corazón cuando ambos tienen una conversación sobre sus sentimientos y sus lamentos, tanto cuando son jóvenes como cuando han entrado en la edad adulta y cada uno es muy diferente a la persona que habían conocido. Y este es el gran punto a favor de la película, la forma en la que los personajes van desnudándose poco a poco ante la cámara con sus miedos, sus inseguridades y sus decepciones con una naturalidad pasmosa que llega a doler, por los gestos, por las palabras, por los arrepentimientos y por las múltiples posibilidades. Y todo ello con el grandísimo mérito de que el ritmo no decae y no se hace pesado, también ayudado hasta cierto punto del carácter imprevisible del guion.
Siendo una cinta tan centrada en el romance y tan bien construido desde el minuto uno, gran parte del peso lo llevan los actores protagonistas, quienes rebosan química y aportan todos los matices necesarios dependiendo del punto en el que se encuentren que cuesta creer que se esté viendo a dos actores interpretar y no a una pareja de toda la vida. Dongyu Zhou (a quien personalmente descubrí en la también excelente Better Days y aquí tiene un papel muy diferente) y Boran Jing no podrían estar mejor elegidos por la autenticidad que desprenden y la espectacular montaña rusa sentimental de la que llevan al público de la mano hasta el final.
Si tuviera que señalar un único defecto, sería uno mínimo y tendría que ver con el tono. Es cierto que maneja generalmente bien la comedia y el drama, pero como primera toma de contacto puede suponer un pequeño shock hasta que uno se acostumbra, y algunas diferencias culturales inicialmente pueden suponer una barrera difícil de traspasar. Pero una vez superada la primera prueba regala un viaje realista, con una sensibilidad encomiable, una simbiosis perfecta entre lo romántico y lo trágico sin llegar a lo melodramático y del que no puedo estar más agradecida por haberlo experimentado.