Uff, película muy dura, pero muy buena. El film canadiense, nominado a mejor película de habla no inglesa en los Oscars 2013, narra la historia de Komana, una niña que con 12 años, se ve capturada por el ejército rebelde, en algún lugar de África y obligada a participar de sus acciones durante la guerra…
La película transmite la dureza, la emoción y el horror de un tema tan desgarrador y desalmado como es la militarización de niños. Komara, interpretada increíblemente por Rachel Mwanza, es la viva imagen de la lucha por la supervivencia y por la libertad individual. El punto de delicadeza, de amor y esperanza lo pone El Mago, un rebelde que se cruza en la vida de Komara y no solo para guerrear… aunque eso sea tan complicado en tierras devastadas por las guerras y el hambre.
El problema que suelo tener con películas de este estilo, donde la guerra despiadada realiza acciones de esta calaña es que termino gritándole a la pantalla vituperios impronunciables y poniéndome de muy mal humor. Y es que las guerras no tienen nada, nada, nada, nada bueno, por mucho que personas, países, religiones o multinacionales se esfuercen tanto en justificar… no hay nada que pueda explicar (ni de cerca) las atrocidades que cualquier guerra originan.
Puta guerra.
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