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Girlhood - Filmfilicos, blog de cine

Una de las más películas más destacadas a nivel crítico y en cierta medida de público durante el año 2019 fue Retrato de una mujer en llamas. Personalmente, pese a encontrarle muchas virtudes a la cinta (especialmente estéticas), no terminé de conectar con ella como sí lo hizo la mayoría del público, quedándome con cierto regusto agridulce. Pero había ganas de seguir indagando en la filmografía de la aclamada directora francesa Céline Sciamma, y más si se echaba un vistazo y se podía vislumbrar cierto gusto por las historias coming of age. Os hablo de Girlhood.

Marieme es una chica de 16 años que vive en un suburbio parisino con problemas tanto en la escuela como en su nicho familiar. Sin embargo, su vida parece dar un giro cuando conoce a un grupo de chicas que no le rinden cuentas a nadie. Al pasar a formar parte de este grupo, Marieme cambiará su forma de vestir y su actitud para adentrarse en un mundo de libertad, violencia y, sobre todo, amistad.

Uno de los detalles que más destacan dentro de la película es el equilibrio que plantea entre la naturalidad de las imágenes dentro de un entorno cotidiano, pero como no huye de mostrar ciertas explosiones de violencia física y verbal. Y dentro de esa violencia, en la mayoría de las ocasiones se opta por una elipsis cuidadosamente planeada en forma de fundido a negro junto con el uso de la banda sonora, cómo si se tratasen de episodios en la vida de Marieme, en los que el espectador debe rellenar los espacios que faltan en su imaginación y crearse sus imágenes mentales. Un contraste que a priori se podría sentir descoyuntado y funciona adecuadamente.

Girlhood

Similar a lo que ocurría en Blue my mind, el encuentro de Marieme con este grupo de chicas compuesto por Lady, Adiatou y Fily cambia su forma de ser. De ser una chica que puede preferir pasar desapercibida, que claramente no está contenta con su situación familiar y que se viste o peina de una determinada manera pasa a tener iniciativa propia, a actuar acorde con sus deseos, a no tener miedo de experimentar sensaciones nuevas o a mostrar más seguridad en sí misma. Y todo este refuerzo positivo viene dado por su nuevo grupo de amigas, pues puede haber discrepancias entre ellas, pero al final del día todas se cuidan entre ellas, se preocupan e intentan sobrellevar las situaciones de la mejor forma dentro de unas limitaciones y de las complicaciones de su entorno, volviendo a juntar con mucha soltura aquellos momentos en los que “las chicas solo quieren divertirse” con aquellos momentos más oscuros debido a su situación racial y de clases. En todo el metraje las muestras de camarería y sororidad están muy presentes y resultan reconfortantes.

Los problemas sociales están muy ligados a la historia. El entorno en el que han crecido estas chicas es predominante lo masculino, y se dan varias situaciones en las que una mujer si actúa de forma femenina, o si por el contrario actúa de la forma más masculina se la va a juzgar hasta lo más mínimo. Un ejemplo de este tipo de situaciones se encuentra en el personaje de Djibril, el hermano de Marieme, quien ejerce de la voz cantante en el hogar es una influencia muy tóxica y controladora para sus hermanas, pero de cierto modo resulta hasta novedoso que la gran figura masculina de la familia sea el hermano en vez de un padre. Asimismo, a lo largo de todo el metraje se puede vislumbrar que el destino de estas chicas es inevitablemente triste, en el que cualquiera de las opciones que se les ofrecen es mala, haciendo del relato algo muy sombrío y que no está muy lejos de la realidad.

Girlhood

Ese mensaje se refuerza de forma estética con una predominancia del color azul, acorde con la perpetua melancolía o la impotencia que siente Marieme. Pero también supone un refuerzo a esas escenas que son pura diversión, pura experimentación y le añaden un aura de ensueño. Mencionar también el fantástico trabajo de todo el reparto, pues siendo casi todos debutantes logran unas actuaciones muy naturales, genuinas y que le añaden toda la credibilidad a la historia, especialmente en el caso de Karidja Touré, la protagonista de la película y que da la talla en todas las situaciones que se le ponen por delante.

Sin embargo, encaminado hacia el tercer acto, el arco de crecimiento de Marieme aunque sigue en evolución, sí da la sensación de que la narrativa va más a la deriva o que se pierde más en sí misma, que, por otra parte, coincide con lo que sucede en la vida de la protagonista. Pero no hubiese estado de más que una historia con estas características tuviese un cierre a mi parecer más digno.

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