Good Omens
Con el vasto número de series y miniseries que ha ido incrementando con el paso de los años, es habitual que algunas pasen más desapercibidas. Pero además del contenido, cada día hay más plataformas que ofrecen este servicio, de forma que la oferta es muchísimo más amplia y hay un panorama en el que los triunfos suelen venir por parte de Netflix o HBO. Sin embargo, la miniserie que vengo a comentar hoy parece que ha sabido hacerse un pequeño hueco gracias a la publicidad empleada por Amazon y a los rostros de delante y detrás de las cámaras. Os hablo de Good Omens.
Basada en la novela homónima de Terry Pratchett y Neil Gaiman, Good Omens nos presenta a Azirafel, un ángel, y Crowley, un demonio, que llevan siendo amigos en la Tierra durante siglos, y como consecuencia, han terminado cogiéndole cariño a la vida terrenal, por lo que ambos harán todo lo posible por frenar la llegada del Anticristo a la Tierra y el inminente Apocalipsis resultando en una batalla del cielo contra el infierno.
Si uno está familiarizado con los trabajos literarios de ambos autores, sabrá que lo principal que va a encontrar aquí es una comedia. Y evidentemente una historia que se engloba dentro del género fantástico, pero con un enfoque 100% cómico. Porque aquí hay un perfecto equilibrio entre el humor más ácido que no da puntada sin hilo como todo buen humor inglés que se precie con algunas situaciones absurdas pero que dentro de la mitología creada adquieren su sentido y se desarrolla una historia ciertamente original sobre un posible fin del mundo en la que se incluyen un convento de monjas satánicas, los cuatro jinetes del Apocalipsis o un malentendido respecto a la semilla del propio Satanás, por mencionar algunos personajes o situaciones. Y que no teman algunos porque el contenido y la sustancia son muy diferentes a lo visto en American Gods, también obra de Gaiman.
En el sentido más estricto de la adaptación, sorprende que Good Omens mantenga una voz en off como figura de narradora. Aunque al tener tantas historias paralelas y que en ocasiones haga saltos temporales esa figura cumple con su función unificadora. Y como opinión más personal, considero que es más gratificante ver como todas esas historias paralelas han cobrado vida en pantalla que tal y como estaban propuestas en las páginas, ya que al tener una ayuda más visual todas esas historias acaban teniendo sentido como parte de un todo. También ayuda el hecho de que haya una cohesión muy marcada a lo largo de los seis capítulos, puesto que el propio Gaiman ejerce de guionista y Douglas Mackinnon como director plasma a la perfección el material original. Sobra decir que el formato de varios capítulos le sienta como un guante a la historia y que con un habitual buen ritmo se presta mucho a verla del tirón si atrapa desde el minuto uno.
No es solo que la historia en sí y el más que sobresaliente trabajo del reparto lo que da un resultado muy solvente al conjunto. Todo el apartado técnico está muy bien resuelto, ya sea las diferentes ambientaciones históricas, el diseño de producción para ciertas localizaciones, el maquillaje y el vestuario son muy solventes. Tal vez el aspecto que más desluzca sean los efectos especiales, pero creo que hasta cierto punto son disparatados intencionadamente. Y los temas a tratar asimismo resultan muy interesantes.
Es necesario que me detenga un poco con el reparto y vaya por partes. Tanto David Tennant como Michael Sheen en sus papeles de Crowley y Azirafel están pletóricos, rebosan química entre uno y otro y se lo han pasado en grande interpretando a sus personajes. Tennant como alguien que pisa como quiere la calle y vive según sus propias reglas siendo muy pasota y Sheen siendo extremadamente educado y honrado forman un combo imposible que funciona a las mil maravillas y que consiguen ser el corazón de la serie, de forma que solo por sus interpretaciones ya merece la pena. Sin embargo, no son los únicos perfectamente escogidos para sus roles: Jon Hamm como el Arcángel Gabriel, Adria Arjona como una descendiente de una bruja dispuesta a cumplir con las profecías señaladas e incluso Sam Taylor Buck como el niño encargado de dar vida al Anticristo, por poner unos ejemplos. Incluso hay sorpresas con los actores que aparecen de forma esporádica.
Si hubiera que sacar punta para encontrar defectos a Good Omens, diría que al principio no todas las historias planteadas resultan igual de interesantes y se prefiera que se centren en una, aunque al final todo acabe teniendo su sentido. Eso y que su último capítulo se sienta con un epilogo demasiado alargado pese a que haya varios frentes que cerrar. Pero la historia se cierra de forma más que satisfactoria. Si queda como miniserie, el viaje ha sido una delicia, y si por el contrario deciden continuarla de alguna manera, será un placer reencontrarme con Azirafel y Crowley.