How to Build a Girl
Aquellos que me lean con cierta frecuencia ya deben conocer un poco mis gustos y mis odios. En la categoría de gustos, las historias coming of age con protagonistas femeninas son una debilidad para mí, por lo que no es de extrañar que cuando supe de la existencia de esta adaptación más pronto que tarde me pondría con ella. Se trata de How to Build a Girl.
Basada en la novela de Caitlin Moran, sigue la vida de Johanna Morrigan, una brillante y peculiar chica de 16 años que sueña con salir de Wolverhampton, lejos de su nicho familiar y vivir su vida. Al tener un talento innato para escribir, Johanna probará suerte como columnista musical en una revista de rock bajo el seudónimo de Dolly Wilde. Pero en el proceso Johanna irá cambiando radicalmente su forma de ser.
En primer lugar, al estar la propia autora involucrada con el guion de la película era de esperar que saliese una adaptación bastante fidedigna a su texto original, donde los eventos clave están presentes y el tono mordaz está muy logrado en escenas concretas. El recurso de la voz en off de la protagonista no resulta molesto, de hecho, se agradece en multitud de ocasiones para explicar el contexto y ayuda a esa narrativa de adolescente perdida en sus ensoñaciones. Y la cinta emplea recursos que complementan a esa voz en off que no estaban presentes en la novela, pero son añadidos del lenguaje cinematográfico y contribuyen de manera orgánica a ese tono ácido.
Su peor defecto viene a ser su irregularidad no en cuanto a tono, sino respecto a los picos de comedia. Pues cuando mejor funciona el filme, sus puntos cómicos son memorables, solo que cuando el nivel de comedia baja, toda la película inevitablemente se viene abajo también en cuestiones de ritmo, haciendo que ciertos segmentos del segundo acto se sientan alargados de más a pesar de que el montaje en líneas generales es dinámico. Sin embargo, aunque haya ciertos temas que podrían haber tenido un mejor tratamiento y una mayor profundización, no dejan de ser interesantes y están muy relacionados con el coming of age femenino, como la búsqueda de la identidad tanto de carácter como de expresión física, el abrirse camino laboralmente en un entorno difícil dominado por hombres, el cómo encontrar tu propia voz interior, el intentar escalar socialmente viniendo de un hogar humilde o los inevitables choques que surgen con la familia en plena edad de crecimiento. Posiblemente no sean temas novedosos, pero el tratamiento es más que adecuado.
Siendo el personaje de Johanna el centro de la historia, se necesita una actriz capaz de darle el equilibrio justo entre divertida, excéntrica, deslenguada pero entrañable y sin que caiga mal al público, una malgama que a priori se antoja difícil y que Beanie Feldstein resuelve con muchísimo mérito, haciendo suyo el personaje por completo y eleva la película gracias a su interpretación. Hay que destacar también el trabajo de los responsables de vestuario, pues con la transformación que atraviesa Johanna una de las características que más destaca es su ropa, que se puede acusar a ese vestuario de cliché y de seguir los patrones de la chica única especial y rebelde, pero en mi humilde opinión considero que está lo suficientemente bien presentado para resultar memorable. Y respecto al resto del reparto, es cierto que todos son muy secundarios en favor de Johanna y no tienen tanto espacio para brillar, pero quiero romper una lanza a favor de Paddy Considine, que está muy bien como el padre enrollado que claramente no ve que su mejor época ya quedo en el pasado, y de Alfie Allen, pues con muy poco construye una buena química con el personaje de Johanna.
En líneas generales, resulta una cinta muy simpática con algún punto muy ácido. La cuestión es que podrían haber encontrado un equilibrio mejor entre ese coming of age irreverente y ponerle algún obstáculo más a Johanna por el camino de modo que su historia se hubiese vuelto un poco más interesante. Pero si alguien quiere pasar una rato entretenido y agradable, aquí hay una buena opción.