Es normal que el nombre de Stephen King no solo en lo literario, sino también en lo audiovisual, esté directamente relacionado con el terror. No en vano de los rincones más profundos de su mente han salido el payaso Pennywise, el hotel Overlook, Kurt Barlow o Annie Wilkes, entre muchísimos otros. Pero más allá de ser considerado el rey del terror moderno, entre su extensa bibliografía también hay espacio para historias alejadas del horror que han sido adaptadas al cine con gran éxito como Cuenta conmigo, Cadena perpetua o La milla verde. No es de extrañar que Neon, la distribuidora en Estados Unidos del filme, haya decidido incluir esos grandes títulos como parte de su campaña promocional para indicar que, efectivamente, no todas las grandes obras de King están dentro del terror.
Basada en el relato homónimo de Stephen King incluido en La sangre manda, la historia narra la vida de Chuck Krantz en tres actos en orden inverso, por lo que comienza con su muerte y en forma de flashbacks explora momentos clave de su vida aparentemente insignificantes pero que ahonda en el impacto que genera un individuo en otras personas.
En anteriores ocasiones he comentado que si adaptar una novela a una película o serie es una tarea ardua, es incluso más difícil adaptar un relato con una longitud infinitamente más breve y que llene los minutos de metraje marcados. La tarea se vuelve todavía más difícil si se tiene en cuenta la estructura tan particular de este relato, contado en orden cronológico inverso y haciendo saltos entre personajes que podrían sentirse descoyuntados, y que en definitiva, lo que funciona sobre las páginas no siempre se traslada bien a una pantalla. Sin embargo, tras leer dicho relato y saber que el encargado de capitanear este reto no era otro que Mike Flanagan, cualquier duda se disipó. Pues estando familiarizada con el estilo de Flanagan en sus últimos trabajos para televisión y de conocer bien su gusto por los monólogos y diálogos existencialistas, parecía una sinergia perfecta con este relato de King.
Lo cierto es que esa unión no podría haber salido mejor. Por supuesto, hay algunos peros a la hora de adaptar. El tercer (primer) acto se siente alargado de más en comparación con lo que posteriormente van a narrar los otros dos, con unos personajes que a priori no se sabe quienes son y sus apariciones se sienten como una forma fácil de rellenar minutado, donde cada uno puede hacer su reflexión sobre lo que está pasando, donde al final del día incluso en las peores situaciones y circunstancias asoma el positivismo. Pero no un positivismo barato en forma de chapas o pancartas que quedarían bien compartirlo en redes sociales, sino una visión positiva de que las pequeñas cosas hacen que la vida adquiera significado.
La decisión de incluir una voz en off a lo largo de la cinta es algo que o se ama o se odia. Por un lado nuevamente debido a la naturaleza del relato, de interconectar tres segmentos muy distintos entre sí en lo que a espacio tiempo y personajes se refiere funciona como elemento contextualizador en la pantalla, ya que no habría otra forma de poner en contexto la multitud de personajes que pueblan el relato si no fuera por ella, pero al mismo tiempo da la sensación de que hay escenas que podrían haber prescindido de ella o incluso darle otro enfoque y el resultado final en cuanto al recurso no se sentiría tan manido.
Pero tal y como cuenta la historia, lo importante es la construcción a través de los pequeños detalles. Un mágico baile improvisado en medio de la calle, los momentos que pasa Chuck con sus abuelos desde la niñez hasta la adolescencia, una amable profesora que el día menos pensado da una lección que se lleva encima para toda la vida o un encantador baile de fin de curso son algunas de esas escenas que en teoría deberían ser minucias vistas desde los ojos del espectador, pero en la práctica se convierten en el todo, en las multitudes que contiene Chuck.
En líneas anteriores he querido recalcar que no todas las historias de Stephen King están centradas en el terror. Y sin entrar en el terreno de los spoilers, decir que la película es solamente un drama sería mentir, porque hay un componente fantástico que es al final el que mueve la historia pero que solo se revela con claridad en el clímax, dándole un nuevo significado a todo lo que se ha visto anteriormente y dejando con ese poso de plenitud final y emotividad que solo las grandes historias dejan una vez se han terminado.
En resumen, desde el punto de vista de la adaptación el resultado es muy notable, con un reparto de lujo donde todos están en la misma sintonía y que aunque su mensaje final se haya narrado previamente hasta la saciedad, resulta imposible no dejarse llevar por la ligereza y la ingenuidad de vez en cuando.