Cada vez estamos más cerca de la gala de los Oscar 2023 y por eso en esta ocasión quiero platicarles de otra de las películas nominadas a mejor largometraje de animación, se trata de «Marcel, la concha con zapatos (2021)», a la que de hecho yo no clasificaría en esta categoría y les explico por qué.
Marcel (Jenny Slate – voz) es una caracola, con zapatos. Tiene un sólo ojo y vive en un mundo pequeño dentro de una enorme casa que se alquila a través de una aplicación por internet. Vive con su abuela Connie (Isabella Rossellini – voz) y sueña con encontrar a su familia perdida tras una abrupta separación. El destino hace que Dean (Dean Fleischer Camp), un documentalista la descubra y decida grabar su peculiar vida y publicarla en las redes sociales, lo que hace que la pequeña caparazón parlante se vuelva un fenómeno mediático.
Finalmente, lo que se puede ver en esta producción es un documental o, mejor dicho, un falso documental y al mismo tiempo el detrás de cámaras del mismo. En la aventura, la ternura, el altruismo, el duelo, el sentido de pertenencia y el amor a la familia se impregnan en cada detalle.
Es muy tierno sumergirse en ese pequeño mundo construido de objetos comunes que adquieren un valor único al convertirse en un hogar, en un lugar de juegos, en refugio o toda una estrategia bien armada para conseguir alimento.
La inocencia y la ternura de Marcel consiguen dar visibilidad a pequeños detalles que en la cotidianeidad pasan desapercibidos. Y es justo eso lo que hace que, dentro de la trama, se convierta en un fenómeno viral, porque bien sabemos que una peculiaridad como esa, no pasaría desapercibida para nadie. Al punto de volverse un producto en el mercado y justo esa parte queda muy bien retratada al mostrar a personas haciéndose tatuajes de Marcel o invadiendo su casa para tomarse una foto y presumir. Dentro de toda la parte dulce e infantil, hacen un hueco para retratar la banalidad y lo efímero del éxito en internet.
Marcel the Shell with Shoes On (Marcel, la concha con zapatos) está basada en una serie de cortos creados por Dean Fleischer Camp y Jenny Slate, que de alguna manera consiguieron hacer su propia versión del “basado en hechos reales” pero ajustado a sus propias fantasías.
Realmente yo no la pondría en la categoría de animación porque es cierto que la película cuenta con varios personajes animados, sin embargo, se vuelve una combinación de técnicas en las que, por más que quieran sacar la acción real del cuadro, no lo consiguen y se termina volviendo una historia muy humana y real que deja a la animación muy relegada. Sobre todo porque finalmente, al encasillarla hace que pierda su sentido “documental” y su intención de camuflarse con la realidad para emitir su mensaje.
