Simon McQuoid realiza su debut cinematográfico arriesgándose con una adaptación de videojuego para el cine: Mortal Kombat.
La acción sigue a Cole Young, un luchador de MMA acostumbrado a pelear a cambio de dinero, y quien desconoce su importante ascendencia y la valiosa herencia que está a punto de recibir. Este hecho hará que el emperador Shang Tsung de Outworld envíe a su letal guerrero Sub-Zero, un criomante capaz de controlar el hielo para darle caza.
Ante la inminente amenaza, el protagonista, preocupado por la seguridad de su familia, decide ir a buscar a Sonya Blade siguiendo las instrucciones de Jax, quien tiene la misma marca con forma de dragón que él. En su aventura, el protagonista se entrenará con experimentados guerreros para unirse a los mejores luchadores de la Tierra en su enfrentamiento contra los enemigos de Outworld.
El filme se estrenó simultáneamente en cines y en la plataforma HBO Max una modalidad que la covid ha puesto a la orden del día. Este juego ha tenido varias representaciones en la pantalla grande, en animados y series de televisión. Como es costumbre en este tipo de producto está el público jugador y el espectador que nunca se ha acercado a una consola, por tanto sus maneras de apreciar la cinta serán diferentes.
Creo que McQuoid ha respestado ciertos elementos del juego para hacer la película más parecida: el énfasis en el sonido, diálogos típicos del propio juego y por supuesto las peleas.
Mortal Kombat es un producto comercial, para entretener, un divertimento con los errores típicos de su especie. Una producción de 20 millones dólares con efectos visuales de los 90 , una trama nula a la que no se le puede pedir más puesto que proviene de un videojuego.
El realizador gana en ciertas secuencias de combate humano que nos hacen recordar aquel cine de artes marciales extinguido por tanto Marvel y DC.
Desde el punto de vista interpretativo encontramos otro fiasco monumental: Lewis Tan, Joe Taslim, Jessica McNamee, Josh Lawson y Mehcad Brooks no saben actuar.
Mortal Kombat es un caramelo para fanáticos, otro intento de conciliar videojuego y cine de forma irregular.
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