Ollie está perdido
El día de hoy vengo a platicarles de una de las cosas más tiernas y conmovedoras que he visto: Ollie está perdido (2022), una preciosa producción de Netflix, bajo la dirección de Peter Ramsey, por la que es muy difícil pasar indiferente.
Ollie (Jonathan Groff, voz) es un muñequito hecho con retazos de tela, cuyo mejor amigo es Billy (Kesler Talbot), un niño adoptado por un matrimonio que lo llena de cuidados y amor. El relato comienza directamente con que Ollie está perdido, lejos de casa, triste y desesperado por volver a su hogar. En su travesía nos contará sobre su vida, su familia y cómo es que se perdió.
Parecería increíble que una historia tan aparentemente simple sea capaz de generar tantas emociones, pero es que esta mini serie esta hecha con tal cuidado que es capaz de regalarnos momentos en los cuales vernos reflejados, una historia sólida y con un ritmo tremendo en el que todos los detalles cuentan.
Es cierto que en un primer vistazo da la sensación de ser muy parecida a Toy Story o ese tipo de historias, sin embargo rápidamente encuentra la forma de despegarse de ese discurso para regalarnos lecciones sobre la amistad y la familia, pero sobre todo de las pérdidas, las heridas, la madurez, los duelos, el paso del tiempo, los traumas… y todo en sólo 4 capítulos.
La animación a cargo de C. Kim Miles, es preciosa, deja ver detalles que hacen de cada personaje algo único. Pues no es sólo la apariencia, sino que a través de cada parte que los conforma, llevan cargando su propia historia, la construcción de sí mismos.
De esta manera, el viaje de Ollie nos permite conocer a Zozo (Tim Blake, voz) un payaso que solía vivir en una feria en la que se enamora de una muñeca bailarina. Su amor se ve interrumpido por una separación abrupta y cruel. El desarrollo de este personaje es realmente fantástico, empatizas con él de mil maneras, con su perdida, con su calidez y con el sorpresivo desenlace de su historia.
También conocemos a Rosy (Mary J. Blige, voz) una muñeca de peluche rescatada del abandono y la basura, que termina profundamente agradecida hasta que las heridas y las vueltas de la vida la hacen conocer la traición y la decepción, volviéndola rencorosa y un tanto agresiva. Resulta muy importante en la trama y cierra su historia de una forma peculiarmente triste.
Ollie, por supuesto, al ser el personaje central es el que más atrae la atención, además de estar construido de una manera hermosa, se mantiene fiel a su propia esencia a pesar de todas las cosas a las que tiene que enfrentarse. Es muy fácil apreciarlo, entender su historia y adoptar su causa, sobre todo una vez que comprendemos su verdadera misión.
De Ollie está perdido, particularmente me gusta que su perspectiva parte desde el punto de vista del propio muñeco y se mezcla con la inocencia del niño, tanto así que sus padres no tienen un nombre más allá de Mamá (Gina Rodríguez) y Papá (Jake Johnson), sin dejar de ser sumamente importantes en el relato.
Es muy linda la manera en que le dan importancia a la música de la que se han encargado Scot Blackwell Stafford y Stephen A. Spies, pues la transforman en otro medio para narrar la historia y la hacen indispensable del principio al final. Consiguiendo que la misma canción sea capaz de despertar sentimientos de alegría, valor y también de una profunda tristeza.
La verdad es que desde el inicio, a uno se le apachurra el corazón, pues no es muy agradable saber que Ollie está perdido, sin embargo vale cada minuto, te toca fibras muy sensibles, apela a la melancolía y, advierto, es de lágrima fácil. Al final aseguro que les va a dejar la sensación de haber pasado por una aventura bonita que se les puede quedar muy clavada en el corazón.
