Reprise
Retomando mi ciclo de continuismo con directores que me dejaron un buen sabor de boca con una película suya y por tanto, surge el afán de seguir buceando por sus filmografías, hoy le ha tocado el turno a Joachim Trier, quien me maravilló con la magnífica Thelma y mirando muy encima, la película de hoy por su planteamiento me llamó la atención. Se trata de Reprise.
Phillip y Erik son dos amigos que persiguen el sueño de ser escritores. Al enviar cada uno un manuscrito, el de Phillip es aceptado y acaba convertido en un libro de éxito en Noruega. En cambio, el manuscrito de Erik es rechazado, según él, debido a su falta de talento. Seis meses después de la publicación, Erik y unos amigos van a buscar a Phillip al hospital psiquiátrico para llevarlo a casa. Pero después del tratamiento al que se ha sometido Phillip, su afición por escribir ha desaparecido, por lo que Erik buscará la manera de que retome dicha tarea.
Algo muy bueno que hace la cinta nada más comenzar es agarrar al espectador y sacudirle por completo debido a los recursos de montaje que emplea el director, rompiendo momentáneamente con la calma que planteaba. Y esa ruptura está presente a lo largo de todo el metraje, pues cuando se presenta una situación que se antoja más tranquila o más adecuada a la homogeneidad característica de los países nórdicos, siempre hay un recurso, por muy pequeño que sea, que capta la atención a través de enérgicos contrastes estilísticos, como una casi constante voz en off o una sucesión de imágenes a través de un rápido montaje a medio camino entre la ensoñación y la locura y que por la atmosfera creada, los temas tratados o su reparto en sí recuerdan inevitablemente a 500 días juntos o a Leto, aunque ambas películas sean posteriores al filme de Trier.
Resulta igualmente llamativo como el director vuelve a señalar con el dedo a la juventud noruega para hacer una pequeña radiografía de la sociedad del país por medio de sutilezas: Las diferencias generacionales entre la juventud y los adultos, cierto machismo talente, el descontento de esa misma juventud a través de conciertos de música punk, la frialdad de las relaciones interpersonales y los problemas que derivan de ellas, entre otros. Aunque son características propias de un determinado grupo de países, son universalmente reconocibles y exportables más allá de sus fronteras. Sin embargo, por muy interesantes que puedan antojarse los temas, están tan desperdigados hasta el punto de que ninguno termina de ser lo suficientemente llamativo.
Este pequeño desinterés también viene ligado a que nunca se pierde el foco en que el principal conflicto está relacionado con las dificultades de abrirse camino en el mundo literario y las consecuencias que les generan en su entorno a Erik y Phillipe, pero el problema es que ni los personajes terminan de generar un interés superlativo y las subtramas, si bien hay alguna bastante interesante como la que tiene que ver con Kari en el caso de Phillipe, sí da la sensación de que se podrían haber exprimido mucho más. Por lo que al final acaban quedando retazos de subtramas o tramas que se vislumbran estimulantes hasta cierto punto con las correspondientes señas de identidad del cine independiente y de la frustración y el inconformismo juvenil, pero que se sienten insuficientes por muy buenas intenciones iniciales que haya.
Respecto a los actores, las actuaciones son muy correctas, donde priman más los silencios, las pausas y la contención de los sentimientos. Y en esto la dupla de Phillipe y Kari son muy notables, pues representan a la perfección toda esa contención y ese inherente carácter introvertido, además de una relación complicada, por lo que Anders Danielsen Lie y Viktoria Winge con muy poco se vuelcan con sus personajes haciéndolos muy reales.
En líneas generales, se pueden ver cierto estilo de Joachim Trier a la hora de narrar una historia que se antoja interesante, pero finalmente los puntos de interés se tornan tan dispersos que la película acaba resultando correcta.
