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Aftersun

Hace no mucho comentaba como cada vez es más frecuente encontrar películas donde el director o directora en cuestión coge un fragmento de su vida y hace un ejercicio de abrirse en canal compartiéndolo con los espectadores, un ejercicio que generalmente es bien recibido tanto por la crítica como por el público. La cinta que vengo a comentar hoy se puede categorizar sin ningún problema dentro de ese grupo, solo que más que un afán de virguería técnica podemos encontrar un trabajo con una honestidad apabullante que le ha valido una pequeña nominación en los Oscar. Os hablo de Aftersun.

En vísperas de su cumpleaños, Sophie con la ayuda de unas viejas cintas de video recuerda unas vacaciones en Turquía que hizo a los 11 años junto a su padre, reviviendo unos recuerdos donde se entremezclan la alegría y la melancolía sobre el hombre al que creía conocer.

Los principales elementos del filme entran de lleno en la primera escena: Sophie, su padre Calum, la relación que mantienen ambos y la lente a través de la cámara por la que los espectadores perciben su relación. Pero es que al igual que Sophie pasados unos años, tal vez la primera impresión sobre lo que se ve en pantalla no es lo más correcto, o mejor dicho, el marco que lo engloba todo no se puede reducir al ojo de una cámara, pues siempre hay mucho más detrás como irá desarrollando la cinta a lo largo de su metraje. Y aunque para cierta parte del público tal vez le pueda dar la sensación que durante ese primer acto de la película hay más afán contemplativo que una narración sólida, lo cierto es que en ese ritmo pausado se puede apreciar la relación entre Sophie y Calum con detalle, pero también las pequeñas fisuras a través de los silencios acumulativos.

Además de la complejidad entre padre e hija, uno de los temas más interesantes que ofrece la película es la percepción de los recuerdos y el rol que juega la memoria, siempre apoyado por otros sencillos pero estimulantes recursos audiovisuales con la Sophie del presente. Y como la percepción es siempre sinónimo de subjetivo, resulta brillante la decisión que toma Charlotte Wells a la hora de abordar este tema que se siente tan personal y genuino extraído directamente de ella, y es no dar respuestas claras a las preguntas planteadas. Hay emociones que son universales y para ningún ojo pasan por alto los estados anímicos de Calum, pero es bastante probable que cada espectador interprete las imágenes de una manera distinta y todas son perfectamente válidas en esta exploración tan intimista que en el fondo apela a situaciones de sobra conocidas por muchos.

Aftersun

Asimismo es llamativo como toda esa aura de nostalgia por unos recuerdos del pasado es prácticamente palpable a través de los encuadres del complejo turístico, de una forma que casi se pueden sentir los rayos del sol en la piel o el cloro de las piscinas, pues las imágenes creadas por Wells no solo evocan algo en la memoria de Sophie, sino que es muy fácil que evoquen recuerdos en el público tanto si se ha estado en una situación similar y se puede realizar un ejercicio de empatía con la protagonista como si resulta más ajeno, pues hay una carga de verdad detrás de toda la película que puede llegar a estremecer. Y no pasa desapercibido que debajo de todo ese cielo azul, de ese aire veraniego y de su localización en un sitio bucólico en realidad la atmósfera es más pesada y está cargada de resentimientos.

Dado que la cinta la sostienen en su totalidad Sophie y Calum, lo justo es comentar el trabajo actoral de ambos pues es otro de los puntos más fuertes. Es fascinante ver todas las capas y emociones que encierra Paul Mescal como Calum, la frustración, la rabia, la confusión de no saber qué hacer o a dónde ir y en general una sensación de vacío que va in crecendo a medida que avanza la película hasta el punto de resultar desgarrador. Y Frankie Corio no se achanta en ninguna escena en darla la réplica a su padre ficticio, demostrando la perfecta simbiosis entre inocencia y madurez dependiendo de lo que requieran el guion y las circunstancias.

En resumen, se trata de una película que a priori puede resultar pequeña, pero si uno hace gala de paciencia y se deja llevar por un verano decadente en las costas de Turquía encontrará algo que desde luego sabe cómo calar hondo.

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