Hoy os vengo hablar de una película española de Netflix, que como sabréis, tienen que realizar un cupo de proyectos autóctonos para cumplir con no sé que normativa. En este caso se trata de Bajocero, un thriller de acción dirigido por Lluís Quílez que además escribe su guion junto a Frenando Navarro.
Sinopsis de Bajocero
Nos encontramos en medio de una gélida noche de invierno, en la que un furgón policial blindado transporta a presos por una carretera desangelada. De repente el furgón es asaltado brutalmente, matando a varios agentes. Al parecer alguien está muy interesado en encontrar a uno de los presos.
Martín (Javier Gutiérrez) es el policía que va conduciendo el furgón en ese momento y el único de sus compañeros que consigue sobrevivir y atrincherarse dentro de la cubículo blindado junto a los reclusos.
Mientras en el interior, los presos buscan la manera de acabar con Martín y así poder escapar, fuera alguien acecha angustiosamente. De esta forma, el agente estará obligado a entenderse con los que suelen ser sus enemigos habituales para intentar salir de esa situación y cumplir con su deber, en uno de los retos más complicados de su carrera, durante la larga noche que se plantea y donde se pondrán a prueba todos sus principios.
Crítica de la película
No os voy a engañar, saber que este thriller policíaco estaba protagonizado por Javier Gutiérrez me bastó para decantarme a verlo. Siempre es un gusto ver desempeñar el oficio de Javier, aunque se empeñen en darle papeles de policía cuando por altura no le hubieran dejado serlo… (en la vida real me refiero).
En esta ocasión, no vemos una de sus mejores interpretaciones, y quizás sea porque al personaje le falta algo. Y es un poco la misma sensación que me dejan los otros personajes interpretados por nombres como Karra Elejalde, Luis Callejo, Patrick Criado, Andrés Gertrudix, Isak Férriz, entre otros.
Y si lo pienso, la película se deja ver, tiene momentos de mucho nivel, con escenas de mucha intriga y tensión, pero al fin y a la postre, como que le falta algo para resultar un auténtico disfrute. Eso sí, no me preguntéis que es lo que le falta, porque no tengo ni idea.
