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Luca

Nunca hay que perder las buenas costumbres. El tándem Disney/Pixar estrena un determinado número de películas de animación al año y despierta el entusiasmo de millones de personas en todo el mundo, entre las que evidentemente me incluyo. Y si bien es cierto que el estreno anual de la película de Pixar fue hace unas semanas, suele decirse que nunca es tarde si la dicha es buena, o muy buena como es este caso.

Luca es un monstruo marino que vive en las profundidades cerca de la costa italiana. Pese a las advertencias de su familia, Luca ansía salir a la superficie y explorar ese vasto mundo terrícola. Con la ayuda de su nuevo mejor amigo Alberto, Luca se adentrará en el pequeño pueblo de Portorosso y tratará de encajar con los humanos a la vez que es cuidadoso intentando no desvelar el secreto sobre qué es él realmente.

Si hay algo que queda fuera de toda duda es la capacidad que tiene Pixar para crear historias originales usando conceptos complicados, como es el caso de la reciente Soul. Sin embargo, cuando opta por historias que bajo los parámetros narrativos pueda parecer más sencilla se la trata como una obra menor, cuando lo cierto es que es admirable que con unas sencillas metáforas puede contener una historia que funciona como un reloj y tiene tanto que decir sobre el mundo. La metáfora del monstruo no es otra que una forma de hablar del espectro LGBT: El hecho de sentirse diferente ante un grupo de gente, el miedo de mostrar la verdadera cara o forma de ser de uno mismo, el temor a que no te acepten en una sociedad, las advertencias de la familia y el miedo que imponen sea deliberado o accidental, o el buscarse a uno mismo durante el proceso son conflictos internos por los que puede pasar cualquier adolescente buscando su lugar en el mundo, solo que esos problemas se ven más acrecentados si se pertenece a dicho colectivo y ahí es donde la metáfora juega un papel fundamental que cimienta el desarrollo de la cinta.

Luca

El autodescubrimiento de Luca toma mucho de filmes coming of age con toques fantásticos de una forma muy luminosa. Es sencillo que se vengan a la mente referencias como La forma del agua o Spring a la hora de hablar de monstruos o del rechazo social que generan los monstruos, o incluso la comparación con Call me by your name por la localización en el pueblo italiano es casi inevitable. Pero lo cierto es que en sus protagonistas se reconocen con facilidad rasgos o conflictos de otros personajes de la casa del ratón, como por ejemplo de Ariel con su curiosidad y deseo inquebrantable de explorar el mundo de los humanos o la presentación del ecosistema y la familia con los que vive Luca pueden recordar a lo visto en Buscando a Nemo. Y lo más maravilloso de todo es que a pesar de las varias referencias a otras películas que pueda contener el subtexto, se las ingenia para tener su propia personalidad y ofrecer algo sencillo pero muy reconfortante.

Además de la metáfora del monstruo y de la curiosidad de Luca por lo desconocido, las aventuras de este y de su amigo Alberto durante un soleado verano en la costa de Italia son el otro gran punto a favor de la película. Resulta enternecedor como ambos personajes van evolucionando a medida que van transcurriendo los minutos del metraje, tanto como tándem como ellos de manera individual, dando lugar a lo que será el mejor verano de sus vidas, donde los sentimientos se intensifican, las imposibilidades se convierten en posibilidades y los deseos de probarse a uno mismo son imparables. Al fin y al cabo eso es el verano, una época del año donde dejar las preocupaciones a un lado es obligatorio y donde los momentos de paz, tranquilidad y el espíritu aventurero pueden convertirse en recuerdos que permanecen eternamente.

Luca

Como no podía ser de otra forma, el trabajo en cuanto a animación es espectacular. Los colores que emplea para diferenciar el fondo marino, con azules y verdes pero con una fluidez inherente a lo que es el mar frente a la calidez que supone Portorosso con tonos más ocres y soleados, en concordancia con la Italia del imaginario colectivo, reflejan muy bien el estado anímico de Luca. Por no mencionar el cuidado por el detalle en el pueblo, en cada adoquín o en la propia comida, donde hay texturas y fondos que se sienten muy fotorrealistas frente a la forma de los personajes.

En líneas generales, considero que se trata de la película más compacta de Pixar desde Coco, pues con una historia muy sencilla consigue transmitir varios temas universales manteniendo un equilibrio perfecto entre la comedia y el drama y con una sensación de plenitud que los grandes clásicos de la compañía dejan con cierta frecuencia.

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