Batman vuelve
Antes de que los edificios anduviesen entre sombras eran las sombras las que andaban entre los edificios. O lo que es lo mismo, antes de que Batman pasase a ser El El Caballero Oscuro que actualmente conocemos, ese ser atormentado que pasa de la depresión a la agresividad y antes de que nos demos cuenta ya ha pasado de nuevo a la más profunda melancolía y desesperación. Anteriormente a Nolan y Schumacher existió un Batman con luz, color y un mucho de humor negro. Un superhéroe que aún dejaba algo de oxígeno que respirar a lo largo de la historia. Un hombre murciélago que bebía algo más directamente de la serie de los años 60 en la que Adam West (Batman) y Burt Ward (Robin) se dedicaban a perseguir a los enemigos de Gotham entre animadas onomatopeyas.
No me voy a meter en el dilema de si una es mejor que otra porque no son comparables. Son versiones muy diferentes del mismo héroe, una más oscura y la otra más… Tim Burton. En Batman Vuelve el hombre murciélago debe enfrentarse a un nuevo ser que ha surgido de las alcantarillas en las que ha vivido desde que sus padres le abandonaron. Es El Pingüino (Oswald Cobblepot) y busca venganza. Además, por si no hubiese bastante, otro ser surge de la pasión de un crimen. La sensual Catwoman, alter ego de Selina Kyle quien nace dispuesta a erigirse como vengadora de todas las mujeres que han sido brutalmente subordinadas por el poder masculino.
Michael Keaton se encarga de nuevo del papel principal. Da vida a un Batman como siempre sereno y organizado que en cierto punto parece rendirse y abandonar su máscara por amor a alguien que soporta en su vida con un peso tan contundente como el que él carga desde que asesinaron a sus padres. Quien recoge la difícil papeleta de ocupar el puesto de la icónica Julie Newmar como Catwoman es Michelle Pfeiffer y hay que decir que la recogida es triunfante. La actriz logra crear un personaje ya mítico. Sensual, pasional, fría y distante. Un personaje con mil y un matices. Un ser inquietante se mire por donde se mire. Un personaje con una fuerza tal, que sin ningún tipo de dificultad llega a hacerle sombra al del propio protagonista. La vida que Pfeiffer regala a la felina es impagable. Erotismo extremo con una simple relamida. Detalles interpretativos que dan buena muestra de la talla de la actriz. Y por último, que no menos importante, El Pingüino. Burgess Meredith parecía haber creado al ser más estrambótico posible, pero no. Faltaba la aparición del genio Burton y la impecable interpretación, y sufrida también, de Danny DeVito. Bajo un maquillaje que crea angustia sólo de pensarlo, el actor se convierte en un ser malévolo y estrafalario aunque a veces parezca tener su corazón. Un ser odioso que sin embargo nos causa tristeza en la maravillosa escena de su final. Completando el reparto está Christopher Walken, que se lleva la importante tarea de interpretar a un ser despreciable, Max Shreck (nombre inspirado en el actor que dio vida a Nosferatu) quien será el responsable principal de la creación de Catwoman. Grandes interpretaciones que se ven reforzadas por una banda sonora con vida propia. Danny Elfman, fiel colaborador de Burton, crea un sonido difícil de ignorar. Coros turbadores, cuerdas y percusiones que retumban en el interior del espectador. Piezas que con sólo oírlas recrean cada fotograma que permanece en nuestra mente.
Y el padre de la criatura, Tim Burton. Su talento parecía predestinado a reinar en Gotham. Luces que emergen de la tenebrosidad más melancólica, perspectivas vertiginosas en picado, seres grotescos y esperpénticos danzando macabros bailes entre callejones olvidados, gigantismos aplicados a todo tipo de objetos, enormes caras que aparecen esculpidas en cualquier pared, ejércitos de pingüinos, colosales patos de feria que dejan al espectador comprimido en la butaca víctima del surrealismo y exageración de las imágenes.
Batman Vuelve se convierte en una nostálgica propuesta de entretenimiento y diversión que satisface al más exquisito de los paladares.