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Descrubriendo Nunca Jamás

“Los niños de hoy en día saben tantas cosas que dejan pronto de creer en las hadas y cada vez que un niño dice: No creo en las hadas, algún hada cae muerta.” decía Peter Pan en la novela homónima. Sin embargo, la inmensa mayoría del público tiene presente en su memoria la versión animada que hizo Walt Disney o las versiones posteriores basadas en la novela de J.M. Barrie, que al mismo tiempo se basaba en la propia obra teatral del dramaturgo inglés. Pero, ¿cuál fue el génesis que inspiró al autor para escribir esa historia?

Situados a principios del siglo XX, James Matthew Barrie acaba de estrenar su última obra de teatro en Londres resultando ser un fracaso crítico y de público. Barrie necesita una nueva obra que sea un éxito, y aunque al principio la inspiración no esté de su parte, pronto conocerá a una madre con sus cuatro hijos y pasará tiempo con ellos hasta que inevitablemente se convertirán en el origen de su futura obra.

Pese a que respeto mucho las películas basadas en hechos reales o las películas que sirven como biografía de un personaje histórico relevante, no es un tipo de cine que vea de forma habitual. Es por eso que en esta ocasión tenía todo en contra para que el film no fuese de todo mi agrado. Qué equivocada estaba, no recordaba el cariño que le tengo a ese niño que se negaba a crecer. Y es que tenía razón, ya que cuando somos pequeños vemos el mundo de los adultos como algo novedoso y se tiende a pensar que cuando uno crezca tendrá una completa y absoluta libertad, y esos pensamientos idealistas e inocentes están muy alejados de la realidad.

Descubriendo Nunca Jamás

Uno de los aspectos que más me han gustado del largometraje es el equilibrio conseguido entre la trama de un escritor esperando la llamada de las musas y la exploración de lo que significa ser niño frente al mundo de la madurez. Son dos tramas que se retroalimentan continuamente y que la gran mayoría del público se puede sentir identificado viendo el conflicto en pantalla. Cualquier persona que se dedique mínimamente a escribir, sean obras de ficción o no ficción, sabe que en ocasiones es difícil redactar un texto con el que uno se quede más o menos satisfecho, y para ello la inspiración juega un papel crucial. Y si bien no todos los que vean la cinta tienen un trabajo relacionado con la escritura, si es verdad que todo el mundo ha sentido frustración con su trabajo, algo que en este caso queda bien plasmado.

Por otro lado, no es habitual ver un trato en el que no haya cierta condescendencia hacia los más pequeños en la gran pantalla. En mi opinión, son habitualmente menospreciados, tratados con cierta superioridad moral por parte de los adultos o directamente ignorados. Por ello, me ha agradado mucho que la familia Llewelyn Davies fuera uno de los pilares fundamentales del desarrollo de la historia. Porque el señor Barrie encuentra en ellos su musa que llevaba tanto tiempo perdida. Y es que aunque los niños hayan pasado por una infancia un tanto trágica, tienen esa ingenuidad que les hace sonreír ante las circunstancias más adversas y los adultos los miran añorando esos años que nunca volverán.

Descubriendo Nunca Jamás

Los gremios artísticos son bastante notables en el film, destacando la dirección artística por saber jugar con las secuencias reales y las escenas más enfocadas a la imaginación, la magnífica banda sonora que llegó a ser galardonada con un premio Óscar y los vestuarios de la sociedad inglesa durante los inicios del siglo XX. Pero sin lugar a duda los grandes beneficiados son los actores, en especial Johnny Depp, un actor que desde hace años ante mis ojos ha dejado atrás proyectos más interesantes para dedicarse a hacer papeles más cómicos hasta el punto de rozar la caricatura o directamente el ridículo. Y sin embargo, aquí ofrece un trabajo serio pero muy humano y natural que Depp es capaz de hacer cuando se lo plantea y una característica suya de la que ya me había olvidado. Y a pesar de que Kate Winslet también está maravillosa como la matriarca de la familia Llewelyn Davies, quisiera hacer mención a un jovencísimo Freddie Highmore por toda la rabia y temor que expresa.

Quizá se le podría atribuir que es predecible y busca ir a por la lágrima fácil. Pero no le puedo reprochar esto último, ya que todas las obras audiovisuales buscan provocar ciertas reacciones o emociones entre el público, y esta en particular consigue con creces todo lo que se propone.

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