District 9
Hace poco vi District 9 película neozelandesa de bajo presupuesto (se estiman unos 30 millones de dólares) para lo que nos tienen acostumbrados últimamente los films de ciencia ficción. Pero lo que empezó siendo una discreta película, fue creciendo gracias a su gran campaña promocional, sobre todo por las apariciones recurrentes en redes sociales como Facebook o Twitter, consiguiendo, de esta forma, un gran número de adeptos, incluso antes del estreno. Por eso no es de extrañar su gran recaudación (unos 205 millones de dólares en todo el mundo). Incluso en España destacó, gracias a todo el eco que llegaba desde EEUU, superando a otros films como Transformers o Star Treck, o Monstruoso que con un parecido despliegue promocional, no consiguió ganarse ni a la crítica ni a los espectadores, como sí hizo District 9.
Después de toda esta información superficial y pragmática, comienzo con el despiece del film.
District 9 consigue darle una nueva visión a una intrusión extraterrestre en el planeta. Para variar, no imprimen ningún ataque hostil a la Tierra. Tras la llegada de una gran nave a Johannesburgo (Sudáfrica) y viendo que no iban a dar guerra, “instalan” a los bichos (es como llaman a los extraterrestres), en un campo de refugiados en condiciones arduas, mientras se decide que hacer con ellos. Pero van pasando los años… y ahí empieza la película. Ésta, conducida por un solo actor (Sharlto Copley) que nos transporta por la historia mostrándonos su evolución, de torpe hombre de paja a héroe.
Un film que dice mucho más de lo que parece a simple vista, con un guión original repleto de detalles. Los efectos especiales y los escenarios muy currados, sin suponer un gasto excesivo, como se pretendía. Con movimientos de cámara muy interesantes (algo que siempre me fascina y tengo muy en cuenta). Los bichos están muy logrados, humanizándolos en su justa medida para llegar a entenderlos. Una película en clave de documental que te traslada a lo más profundo del campamento alienígena y que ni con toda su acción, te desvía del hilo principal. Además, muestra de una forma muy clara, lo miserable que puede llegar a ser la humanidad por cosas tan banales como el dinero, un pedazo de tierra o aún peor… por las armas, frente a la vida. Revelando, de esta forma, como se vive, no solo en la actual Johannesburgo, sino en muchas partes del mundo. Lo tremebundo que es vivir en esas condiciones y lo mal que se comportan las personas que podrían solucionarlo.
Todo eso me hace pensar en el pueblo saharaui y el horror que han vivido en los últimos días cuando Marruecos destrozó impunemente el Campamento de la Dignidad. Un tema que está en ebullición y trae mucha cola. Porque la gente solo se acuerda de los saharauis cuando se produce un ataque violento, una masacre y los medios se hacen eco de la situación pero este conflicto dura ya 35 años. Creo que habría que abogar por los derechos humanos de este pueblo en los territorios ocupados por Marruecos. Pues aunque el Frente Polisario, ha optado por los acuerdos (“no hay armas en los territorios ocupados”), no dudo que cuando a un pueblo se le somete a torturas, ataques, masacres… y no se le da otra salida opte por una respuesta bélica. Los gobiernos (que supongo que serán los que pueden mediar e intentar dar con una solución a esta situación) parece que se lavan las manos mientras miran a otro lado, haciendo caso omiso a las organizaciones por los derechos humanos… lo mismo que ocurre en District 9 con la defensa de los derechos de los bichos.
Vaya… menuda metáfora social se curran en la película.
[…] En Tsotsi se narra la historia de un chaval de 19 años que vive en uno de los barrios más pobres de Johannesburgo (Sudáfrica). Tsotsi que se ha criado sin nada, ni tan siquiera padres, se ha ido endureciendo con el paso de los años hasta prácticamente no tener sentimientos por casi nada. Durante el film Gavin Hood guionista y director nos cuenta no solo la historia de este personaje sino además el deplorable estado social que se vive en esa ciudad, como ya pasaba en otras películas como District 9. […]