El Agente Topo
Una de las mayores sorpresas de las nominaciones al Oscar de este año fue la candidatura de El Agente Topo en la categoría de Mejor Documental. La película chilena también estaba entre las clasificadas para el rubro de Película Internacional, donde su presencia era más previsible. El Agente Topo es un documental con estilo propio, donde la línea con la ficción es delicada y hasta podría parecer que hay un deseo de confundir a la audiencia entre ambos géneros cinematográficos.
Desde sus primeros minutos, El Agente Topo nos confronta con la tercera (o cuarta) edad. Las escenas iniciales muestran a un grupo de señores mayores de 80 años que han respondido a un anuncio de trabajo en el periódico. Estos primeros testimonios nos revelan un deseo de los postulantes por tener una actividad que los haga sentir útiles, que los aleje de la monotonía de la ancianidad.
Luego entendemos que el seleccionado será un infiltrado en una casa de retiro donde hay presuntos maltratos. El espía actúa en nombre de un detective que ha sido contratado por una familiar de una de las personas que se encuentra en el hospicio. Uno podría pensar que la cinta girará en torno a este misterio y que Sergio, nuestro protagonista, será la versión masculina de Miss Marple. Sin embargo, la exploración del documental no se acerca a una novela de Agatha Christie sino más bien a un recorrido introspectivo a los distintos inquilinos del asilo.
El Agente Topo pudo haber sido uno de los tantos videos manipuladores que se usan en las Teletones de todo el mundo o quizás, un documento sensiblero sobre la ancianidad. Afortunadamente, no lo es, por el contrario, es un documental cargado de ternura, humanidad, donde hay espacio para la risa, un romance tardío y el inevitable encuentro con la etapa final de la vida. El olvido de los familiares de los inquilinos y el olvido de los propios recuerdos se entrelazan mientras vemos el día a día de estos “abuelitos”.
El resultado de la investigación para la cual Sergio fue contratado pierde importancia al final de la cinta y es la audiencia quien termina teniendo un hallazgo inesperado, por momentos triste pero totalmente realista.
El Agente Topo es un buen documental, donde la cámara es espectadora y cómplice, donde los rostros de los protagonistas no necesitan maquillaje y donde el tiempo parece ir más lento.