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Encantada: La historia de Giselle | Blog de cine

Que la nostalgia está a la orden del día no es un secreto. Mediante secuelas, remakes, reboots y un largo etcétera en el cine y nuevas temporadas o películas para cerrar historias inacabadas en la televisión, cualquier historia cinematográfica o televisiva podría ser propensa a resucitar. En el caso concreto de Disney, la fiebre de los live action de sus cintas de animación parecen copar sus planes de presente y futuro, pero me gustaría retroceder unos años en los que Disney podía hacer cosas más o menos originales sin perder su esencia. Hablo de Encantada: La historia de Giselle.

En el reino de Andalasia vive Giselle, quien está dispuesta a casarse tras conocer al príncipe Edward. Pero la malvada reina y madrastra de Edward no está dispuesta a que Giselle le arrebate el trono, por lo que le tiende una trampa y la manda a un sitio donde no existen los finales felices: Manhattan. Allí Giselle conoce a Robert, un abogado divorciado que le hará cambiar de opinión sobre su concepción respecto al amor más romántico.

Antes que nada, me gustaría aplaudir la idea de que la historia empiece en un reino hecho completamente por animación, la animación 2D más reconocible de Disney (y que posteriormente con otro tipo de animación emplearían esos diseños en Enredados o Frozen), para al poco tiempo romper con lo establecido y trasladar todo ese mundo de clichés al mundo real. Es ahí cuando se produce la clásica trama de pez fuera del agua, pero de una forma que tal vez no se había visto. Los choques entre una princesa ingenua y enamoradiza sacada de un cuento de hadas en una ciudad como Nueva York dan para mucho. Sin embargo, da la sensación de que no termina de encontrar el equilibrio en su humor, ya que en ocasiones se trata de un humor excesivamente infantil y en cambio hay otras veces que el humor está más dirigido a los adultos.

Encantada: La historia de Giselle

Respecto a los clichés de Encantada: La historia de Giselle, se podría decir que todos los elementos de las películas de princesas más clásicas de Disney: Una aparente princesa en apuros muy apañada a la hora de hacerse vestidos, animales que hablan como sus fieles compañeros, canciones excesivamente edulcoradas y sin venir a cuento en la mayoría de las ocasiones, frutas envenenadas, villanas que se transforman, o un príncipe valiente y atractivo con el objetivo de conquistar a su doncella, por mencionar algunas de las marcas más representativas. Todos los clichés los usa de forma intencionadamente exagerada para que el cruce con el mundo real, presentado de una forma una poco más seria e incluso gris, sea más llamativo.

Pero seamos sinceros, una propuesta de este calibre es muy fácil que pueda caerse con todo el equipo y quedarse en una mera buena idea. Afortunadamente para la película y los espectadores, su protagonista es Amy Adams. He de reconocer que, a pesar de considerarla una excelente actriz, solo la había visto en papeles muy dramáticos, diferentes entre sí pero al fin y al cabo siempre filmes catalogados como dramas. Es una alegría comprobar que también es capaz de hacer una comedia más naif y que es capaz de transmitir esa alegría e ingenuidad al espectador con mucha convicción, algo que en otra actriz con menos experiencia habría resultado ridículo. También hay que reconocer el buen hacer de Susan Sarandon como la villana, pues hace todo lo que se podría esperar de ella con sus correspondientes excesos y se nota en pantalla que se lo ha pasado en grande con su papel, y James Marsden como el príncipe Edward, que con todos sus clichés y también con su ingenuidad resulta muy divertido de ver.

Encantada: La historia de Giselle

Los aspectos más negativos aparte del ya mencionado pastiche de humor que no siempre funciona, el ritmo es bastante irregular, teniendo momentos de mucha grandeza cómica que, al compararlos con otros, llegan a deslucir el conjunto. También se añade el hecho de que hay tramas secundarias que no terminan de ser todo lo interesantes que deberían al agotarse la fórmula muy rápido y la lacra de que algunos efectos especiales, digamos que el paso del tiempo no ha sido bondadoso con ellos. En especial la ardilla Pip, quien en un contexto animado puede funcionar, aunque al trasladarlo al mundo real es irritante y se siente como un pegote literal y metafórico.

Aun con los defectos de Encantada: La historia de Giselle, me atrevería a decir que en parte prefiero a este Disney. Una buena idea con una ejecución que queda a criterio de cada uno, pero con una clara intención paródica que sale relativamente bien. Y al final el que salga bien o mal no debería ser lo más importante, porque al menos han querido hacer algo distinto. El futuro dirá si quieren seguir por la senda de los live action un poco más copias o probar suerte con cosas nuevas, aunque el público esté familiarizado con ellas.

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