Escape
Martin Scorsese produce lo nuevo de Rodrigo Cortés, la insoportable Escape.
N. es un hombre estropeado, algo no va bien en su interior. N. no quiere tomar una sola decisión más, sólo apearse del mundo. Dejar de tener opciones. El psicólogo a quien visita no sabe cómo abordarlo, tampoco su hermana, que intenta apoyarlo sin frutos. N. sólo quiere vivir en la cárcel, y hará cuanto sea necesario para conseguirlo. ¿Lograrán sus allegados que desista de cometer delitos cada vez más graves? ¿Hasta dónde será capaz de llegar el juez para no concederle su propósito?
El discurso del director nunca ha sido de mi agrado, ni Blackwood, Luces rojas o Buried me parecieron fascinantes.
Escape inicia mostrando créditos con arreglos de la BSO de 2001 Odisea en el Espacio para que el espectador piense que lo que vera es el santo grial. Un metraje innecesario de dos horas y una estructura mediante capítulos, incluso hasta números musicales me ofrecen… un camino bastante soporífero.
La idea central podría ser muy interesante y curiosa, pero no en manos de Rodrigo Cortés. N. vive traumado, se cuestiona su papel en la sociedad, pero sobre todo se cuestiona el rol de la justicia.
Si son surrealista sus incontables intentos por ser apresado, llega un momento en que ya no es suficiente ese planteamiento. Escape puede ser una crítica al sistema, depende por donde se mire, en cualquier caso me llega vacía.
Mario Casas sigue intentando, sin éxito, convencerme que es un gran actor, su proyección aquí es idéntica a El inocente o El Practicante. Ana Castillo encasillada.
Escape me sabe a cinta que quiere ser grandilocuente y revolucionaria y apenas se queda en una tenue comedia negra.