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Flee | Crítica de la película documental animada | Oscars 2022

En los últimos años a la hora de las nominaciones de los Oscar había una tendencia en reconocer el mérito de películas que eran muy notables no solo en la categoría de película internacional, sino también en la categoría de mejor documental como eran los casos de Honeyland y Collective. Esa buena racha ha continuado este año, ya que la película de hoy además de ser reconocida en ambas categorías también ha logrado hacerse un hueco entre la nominadas a mejor película de animación, consiguiendo un hito histórico. Os hablo de Flee.

Amin Nawabi es un académico de cierto éxito en vísperas de casarse con su novio. Pero Amin lleva toda su vida escondiendo un gran secreto que no es otro que la historia de su vida. Para narrar su historia, se emplea la animación y un pseudónimo para proteger su identidad.

Por desgracia, el tema de los refugiados es algo que está muy presente en la sociedad actual y quien más y quien menos tiene una opinión al respecto. Y evidentemente, el hecho de tener que dejar tu hogar atrás con todo lo que supone por culpa de guerras sangrientas es un proceso doloroso que marca de por vida y que es del día a día de millones de personas. Al ser un asunto tan propio de la actualidad es normal que se haya hecho varios documentales al respecto desde varias perspectivas a la hora de abordar el problema, pero lo cierto es que ninguno se había atrevido a narrar un testimonio real usando la animación de manera tan orgánica.

Y es que como bien reza la sinopsis de Flee, el usar la animación es un recurso visual excelente para mantener el anonimato y hacer un despliegue técnico sencillo pero increíblemente efectivo mientras se realiza la entrevista. Se puede hacer una recreación de todo el viaje de Amin para llegar a su destino final en Copenhague con una animación 2D donde los trazos son los grandes protagonistas, con una paleta de colores más bien apagada donde predominan los tonos áridos y el blanco en Kabul y los grises de las grandes metrópolis como la Moscú tras la disolución de la URSS y donde el punto de vista el protagonista pese a todos los reveses que sufre por el camino no es un relato cargado de miseria ni moralina. De hecho, es de agradecer que para los momentos más crueles se opte por una animación incluso más sencilla, donde el juego de luces y sombras gracias a los esbozos en carboncillo es suficiente vistazo para que el espectador termine de crearse la imagen en su cabeza.

Flee

Pero lo que podría quedar reducido a un interesante y muy loable experimento de conseguir un testimonio con el fin de salvaguardar la identidad del entrevistado a través del formato de la animación va un paso más allá a la hora de enfatizar el punto de vista. Pues si bien la historia de Amin es personal aunque compartida por otras muchas personas, su situación no se puede entender sin un contexto mínimo. Es por ello que el director Jonas Poher Rasmussen emplea imágenes de archivo de sucesos clave para entender con más amplitud la situación de Amin: El inicio de la guerra de Afganistán en los años 80, las consecuencias económicas de la caída de la URSS, la inauguración del primer McDonald’s en Rusia o las condiciones infrahumanas en las que vivían algunos refugiados si el plan de huida no salía según lo previsto, de forma que se genera un punto de vista que no es el del narrador, enfatizando que hay situaciones que escapan a su control y que el grueso de los hechos pertenecen a tiempos pretéritos, pero lamentablemente no son hechos que continúan sucediendo hoy en día y cuyas consecuencias son incalculables.

Y en medio de todo el viaje y del medio para narrar la experiencia, la principal cuestión no es señalar el gran problema al que se enfrentan los refugiados, sino la cuestión de la identidad de Amin. Cuál es su concepto de hogar si al fin y al cabo tiene que estar moviéndose de forma casi continua, la adaptabilidad o no adaptabilidad de su familia ante las circunstancias, hasta qué punto puede ser él mismo ante su familia y realmente quién es él si a lo largo de su vida le han dado una cantidad de documentación falsa, dándole el toque personal a un testimonio que podría perderse en medio de la maraña.

En resumen, se agradece que la Flee dentro del tema tan trágico que trata lo sepa hacer aportando una pequeña luz al final del túnel donde no todo es maniqueo y apesadumbrado, y con un soporte que suma enteros y que consigue darle el empaque perfecto a todas las palabras de los testimonios del protagonista.

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