Hay animes que se disfrutan, otros que se admiran… y luego está Fullmetal Alchemist: Brotherhood, que se siente. Porque no solo te mete de lleno en un universo donde la alquimia es tan común como el pan de cada día, sino que te lanza una buena lección sobre lo que cuesta jugar a ser dios. Y todo eso mientras te hace reír, llorar, sufrir y, de vez en cuando, aplaudir con las manos y los pies. Cuando una serie logra que te emociones con un traje vacío o te preocupes por un trozo de armadura, sabes que algo está haciendo bien.
Sinopsis de Fullmetal Alchemist: Brotherhood
La historia sigue a los hermanos Edward y Alphonse Elric, dos jóvenes alquimistas que cometen el mayor pecado posible: intentar resucitar a su madre. La transmutación sale mal (como era de esperar) y el precio que pagan es altísimo: Edward pierde un brazo y una pierna; Alphonse, directamente, su cuerpo entero. A cambio, su alma queda sellada dentro de una armadura gracias al sacrificio de su hermano.
A partir de ahí, los dos se embarcan en una odisea para encontrar la mítica Piedra Filosofal, con la esperanza de recuperar lo perdido. Pero lo que empiezan como simples aventuras para corregir un error del pasado se convierte en una guerra moral, política y espiritual donde el precio del conocimiento pesa tanto como el acero.
Más que alquimia: hermandad, culpa y redención
La magia de Fullmetal Alchemist: Brotherhood no reside solo en su acción trepidante ni en sus combates espectaculares (que los tiene, y de sobra). Lo realmente poderoso es cómo usa todo eso para hablar de temas muy humanos: la culpa, la pérdida, la ambición, la fe… y sobre todo, la responsabilidad de nuestras decisiones.
Cada personaje, incluso los secundarios, tiene una motivación clara. Desde los hermanos protagonistas hasta los temibles homúnculos, todos funcionan como piezas de un gran tablero donde las emociones y la ética se entrelazan. Y eso, en un shōnen, no es precisamente lo habitual.
A nivel técnico, el anime brilla con luz propia: animación fluida, una banda sonora épica y melancólica (firmada por Akira Senju), y una dirección que sabe cuándo acelerar y cuándo dejar que el silencio lo diga todo. Los openings son de esos que uno no se salta ni aunque tenga prisa, y la narrativa mantiene un ritmo envidiable durante sus 64 episodios, algo poco común en el género.

Opinión sobre Fullmetal Alchemist: Brotherhood
Hay series que te marcan por su acción, otras por sus personajes, y luego están las que te cambian un poquito por dentro. Brotherhood pertenece a ese último grupo. No solo porque plantea preguntas incómodas (“¿hasta dónde llegarías por recuperar lo que perdiste?”), sino porque, en su fondo, trata sobre lo que significa ser humano.
La alquimia es solo una excusa para hablar de cosas más grandes: el amor fraternal, la aceptación del dolor, la madurez que viene después del error. Y, sin embargo, la serie nunca se pone densa. Entre los momentos de tensión hay combates, camaradería y algún que otro alivio cómico que funciona justo cuando lo necesitas.
Quizá ahí radica su equilibrio perfecto: te deja pensando, pero no deprimido. Te hace sentir, pero también disfrutar. Y cuando llegas al final, tienes la sensación de haber vivido una historia redonda, sin cabos sueltos, sin relleno y con el alma llena. Algo raro en estos tiempos.
Conclusión de la serie anime
Fullmetal Alchemist: Brotherhood es una de esas series que demuestran que el anime no es solo entretenimiento: puede ser una obra completa, con mensaje, corazón y una ejecución impecable. Si todavía no la has visto, este es el recordatorio que necesitabas. Y si ya lo hiciste… nunca está de más volver a acompañar a los hermanos Elric en su viaje.
Eso sí, recuerda una cosa: para obtener algo, algo de igual valor debe perderse. Y en este caso, lo único que perderás serán unas horas de sueño… pero merecerá la pena.











