Gimme The Power (2012) de Olallo Rubio parece, a primera vista, un documental sobre la banda mexicana Molotov. Sin embargo, lo que realmente ofrece es un retrato descarnado de los abusos del poder y una voz que se levanta contra las injusticias políticas, no solo en México, sino en el mundo entero. Aquí les platico de qué va.
Estoy convencida de que gran parte de la historia de la humanidad podría contarse a través de la música, sin margen de error. Y aunque el tiempo pasa, el rock sigue siendo un ícono de rebeldía, una forma de alzar la voz contra la represión y las desigualdades.
El «rockucumental» recorre la historia de México desde el Porfiriato hasta el gobierno de Felipe Calderón, mostrando cómo los pueblos han arrastrado cicatrices de masacres, corrupción, represión y manipulación mediática. Y lo hace sin tapujos, sin miedo a señalar lo que muchos prefieren callar.
Nos recuerda el Movimiento del ’68 con imágenes de Rojo Amanecer, revive el mítico Concierto de Avándaro y la posterior persecución a los rockeros, marca un antes y un después en la lucha por la libertad de expresión. Trae a la memoria la Matanza de Acteal, el surgimiento del EZLN y todos los indicios que dejan claro que la dictadura nunca terminó: solo cambió de nombre, de rostro y hasta de colores partidistas, pero sigue carcomiendo al país.
Y en medio de todo esto surge Molotov. Una banda de chicos “fresas (pijos)” que eligieron no quedarse callados. Con humor ácido, ritmos pegajosos y letras irreverentes y contestatarias, convirtieron el sexo en protesta y el lenguaje obsceno en bandera, creando himnos que aún hoy siguen retumbando. Que, además, son catárticos en cada concierto.
Gimme The Power no es una simple biografía para buscar fama: es una línea del tiempo que empieza mucho antes de que Molotov tocara el primer acorde y que se encarga de encajar piezas para que el espectador haga algo que la música comercial actual rara vez invita a hacer: analizar y comprender.
Las entrevistas, claras e incidentes, se convierten en otro acto de protesta. Funcionan como un espejo de la realidad política y de la vigilancia constante de las figuras de autoridad que, al intentar censurar, terminan fortaleciendo a los movimientos que buscan callar.
El cierre es duro: ya no es un reclamo al poder, sino a la juventud que parece haber perdido su rebeldía con causa. Una advertencia para despertar, gritar lo que muchos callan y recordar que la historia no ha terminado: sigue escribiéndose, y cada capítulo parece más aterrador que el anterior.
Ya sea por amor a la música, por espíritu rebelde o por simple curiosidad, vale la pena darse un momento con Gimme The Power. Además, está disponible en YouTube, al alcance de todos.