I am Mother
Ver una una película de producción propia de Netflix últimamente está dejando de ser la ruleta rusa que era hace un tiempo. No sólo por la llegada de la aclamada Roma, sino por la inclusión de filmes de corte indie y presupuesto ajustado que funcionan de maravilla, como las más que recomendables Otherlife, Calibre o La perfección. Y es en esta línea donde podemos situar el más reciente estreno de la plataforma de streaming: I Am Mother (2019, Grant Sputore).
I Am Mother es una de esas producciones de ciencia-ficción en las que su trasfondo filosófico y ético cobran mayor importancia que su escenario, su estética o incluso que su trama. En un futuro apocalíptico, tras un evento de extinción masivo, un androide cobra vida con la misión de repoblar el planeta Tierra. Encerrada en un búnker que le protege del exterior, Madre (con la voz de Rose Byrne) se consagra a la crianza y educación de Hija (Clara Rugaard), elegida entre los miles de embriones que se hallan en el recinto esperando despertar a un nuevo mundo. Pero la irrupción de una Mujer (Hilary Swank) en su santuario pondrá en entredicho las convicciones de Hija y su relación con Madre.
Con un tema como la maternidad de por medio, es lógico que no existan personajes masculinos que distraigan la trama. Tanto su aparición física como la referencial es apenas anecdótica. En I Am Mother, reina un tridente de actrices en el que la joven Clara Rugaard nos sorprende y convence en su rol de joven que transita hacia su madurez, Rose Byrne consigue amedrentarnos con la dulce voz de Madre, cuyos cambios de tono son tan sutiles como eficaces y Hilary Swank demuestra que aunque su época de fama y reconocimiento pasó, sigue siendo la actriz que nos conquistó, con esa mezcla de fuerza y fragilidad que la caracteriza, en Million Dollar Baby.
Debido a su presupuesto, el filme funciona mejor en sus interiores que en el exterior. Es por ello que su director ha optado, de forma inteligente pero también previsible, por centrar casi todo el metraje en el búnker, un lugar laberíntico, aséptico y frío, en el que la única calidez proviene de los recubrimientos térmicos de Madre, y los escasos trazos de color, de los dibujos y trabajos manuales de Hija. El diseño de los espacios tiene lejanas reminiscencias con los de 2001: una odisea en el espacio, a la que en cierta forma rinde homenaje. Así, Hija se pasea por el lugar vestida de rojo (al igual que el doctor Dave Bowman hiciera lo propio en el filme de Kubrick), y el embrión gestándose en el vientre artificial nos traslada sin duda a la icónica imagen que forma parte ya del imaginario cinéfilo popular.
Pero no acaban aquí los guiños a la obra Kubrick: aunque desde enfoques casi opuestos, ambas tratan de estudiar la imperfecta naturaleza humana, la relación entre creadores y sus criaturas, los dilemas que nos plantea el desarrollo de Inteligencias Artificiales o la posibilidad de un nuevo (y teóricamente mejor) mundo. I Am Mother es de esas películas que generan diálogo y debate al finalizarlas, tanto por su críptico (en apariencia) desenlace como por las premisas éticas que nos propone. Es por ello que a pesar de que encaja perfectamente en la categoría de thriller, la trama se desenvuelve a un ritmo lento pero acompañado de una sensación de inquietud creciente. Y es esto lo que la hace especial. Quizá lo sencillo para el director hubiera sido optar por la vía de la acción o el terror, pero sin duda eso la hubiera convertido en un producto de usar y tirar. Al elegir el camino más difícil para el espectador, nos obliga a pensar, a retroceder en la trama, a tratar de explorar la multitud de vías y de posibles explicaciones que nos ofrece (entre ellas, una jugosa relación con la Biblia, como en Madre! de Aronofsky).
Pero a pesar de su aparente complejidad, I Am Mother no es una película engañosa. Si prestamos atención a todos los detalles que Sputore nos expone a lo largo del filme, la visión del conjunto aparecerá ante nuestros ojos con claridad meridiana. Y es esa conclusión a la que llegamos la que nos provocará un escalofrío, incluso si hace ya un buen rato que la pantalla se fundió a negro.
Si no has visto todavía la película, NO SIGAS LEYENDO. No suelo hacerlo, pero por si acaso alguien se acerca a esta reseña buscando alguna explicación a las cuestiones que plantea la película, os dejo esta parrafada (totalmente subjetiva y basada en mis propias elucubraciones) llena de SPOILERS:
Sí, la que ha montado el apocalipsis mundial ha sido Madre, o más bien, la Inteligencia Artificial suprema (Dios Padre en versión femenina) que maneja a todos los droides. No, no sabemos quién la creo, pero si para qué: para ayudar a la humanidad. Y como toda IA que se precie, llega a la conclusión de que somos nuestro mayor enemigo y que debe aniquilarnos. Pero curiosamente, Madre cree en la posibilidad de crear al ser humano perfecto. Así que da vida a la primera criatura, que le sale rana (la condenada llora todo el rato y no se conforma con nada de lo que Madre le enseña) y a la que como el Dios bíblico hizo con Lilith (la verdadera primera mujer de Adán), echa del paraíso (su perfecto y seguro búnker) siendo apenas un bebé crecidito para que la críen la panda de depravados humanos supervivientes que quedan pululando en el exterior (según la mitología, Lilith se marchó a convivir con demonios). Así que vuelve a intentarlo con otra, que resulta de carácter más dócil pero no muy espabilada, por lo que decide marcarse un Hansel y Gretel, meterla en un horno y convertirla en cenizas. Nosotros, como espectadores, sólo vemos los episodios tiernos y divertidos de estas dos pobres chiquillas, con una sonrisa bobalicona pintada en nuestras caras mientras suena la emotiva nana de Dumbo (1941), Baby Mine. Qué fácil es manipular nuestras emociones…
En fin, sigo con la historia. Resulta que 13.000 y pico días después (unos treinta y muchos años, como bien nos indica la información sobre la pantalla, a la que por desgracia tendemos a no hacer mucho caso porque lo de hacer divisiones en mitad de una película nos da pereza), nos encontramos a una Hija joven que resulta ser un portento, y que obviamente cumple el dicho de “a la tercera va la vencida”. Y es que en ningún momento se nos esconde que ella es la número tres (sólo hay que fijarse en la pantalla de su tablet para darnos cuenta).
Pues nada, que a la pobre Hija le toca hacer la Selectividad de la androide equizoide sin saber lo que se juega… pero esta vez la prueba no será sólo teórica, sino práctica. Porque es la propia Madre (que durante todo este tiempo ha permitido y procurado que Mujer, su primera creación, haya seguido viviendo en el exterior), la que maneja a los droides soldados para que la cerquen y la hieran, dirigiéndola hacia la puerta del búnker. La información que esta mujer le ofrece a Hija y sus reacciones de pánico y odio hacia Madre minarán la confianza de la joven hacia la que siempre ha considerado su progenitora.
Curiosamente, es durante este proceso de desintegración de su relación que Madre premia a Hija permitiéndole dar vida a un nuevo embrión (su hermano, esta vez un Adán, un primer hombre). Pero aterrorizada al descubrir que Madre se dedica a librarse de su prole defectuosa como si de una espartana se tratara, Hija sale al exterior (sale del útero de Madre, ya que estamos con las metáforas), y se da cuenta del estado en el que aún está la tierra (a pesar de que Madre ya ha puesto en marcha los mecanismos para devolverla a la vida). Pero sobre todo, toma conciencia de que ha sido utilizada por la Mujer, cuyas historias resultan ser una mezcla de mentiras y verdades a medias que le muestran a Hija el egoísmo y la falta de ética a la que puede llegar un ser humano.
Como en un trasunto del génesis bíblico, la Mujer, Lilith, resulta ser la serpiente que tienta a Eva y provoca su salida del paraíso. Sin embargo, la Eva de nuestra historia debe volver allí para recoger a Adán, al que ha dejado debido a su atropellada salida. De esta forma, Hija regresa al búnker a buscar a su hermano y Madre le propone su último dilema ético, que por supuesto, gracias a la educación que ha recibido por parte de la androide, completa con éxito. Ahora el peligro para la humanidad es la propia Madre, por lo que la lógica dicta que debe deshacerse de ella y tomar su lugar (físico, porque la conciencia de Madre sigue activa en el resto de androides y en el sistema que sustenta al propio búnker. Vamos, que no se libra de ella ni queriendo).
La primera mujer, nuestra Lilith, resulta ser sólo la herramienta que ha utilizado Madre para poner a prueba a Hija y obligarla a tomar conciencia de la importancia de su misión. Es por eso que la ha mantenido viva todo ese tiempo, como bien le hace saber antes de enviarla a criar malvas y dar así por extinta a la obsoleta e imperfecta especie humana, en favor de una ¿perfecta? versión de nosotr@s.
Así que tenemos al ser humano (o más concretamente, a Eva) “matando” a Dios (su creador) y tomando su lugar, porque ahora Hija se convierte en Madre y reina sobre ese paraíso que contiene el futuro de nuestra especie. Y la cara de colgada de la Madre 2.0 cuando contempla a su futura progenie no tiene precio. Lo cual te hace preguntarte si realmente será mejor que la Madre original y aceptará los defectos de sus hij@s o, descubierto ya el peligro de dejar suelto en el mundo a cualquier ser humano que no sea perfecto, se dedicará a encender el horno de vez en cuando. Y todo esto aderezado de nuevo con la nana de Dumbo, que ahora ya no nos suena tan dulce…
Me encanto la película y tu decodificscion fue excelente.