Dune: Parte Dos
Si el camino de Dune hasta llegar a ser una película hecha y derecha no fue fácil y con una segunda parte que dependía de muchos factores antes de que le diesen luz verde, todo parecía indicar que una vez asegurada esa segunda parte todo seria mucho más fácil. Qué ilusión más ridícula, pues el camino también ha tenido otro tipo de baches externos, como si alguna fuerza del universo estuviese actuando a modo de advertencia. Finalmente, tras muchas piedras en el camino, el tan ansiado momento ha llegado.
Basada en la célebre novela de Frank Herbert, la historia continua justo donde lo dejo la anterior película. Un joven Paul Atreides junto a su madre Jessica se unen a Chani y la tribu de los Fremen para continuar con un viaje contra todos aquellos que se empeñaron en destruir la Casa Atreides. Todas las señales apuntan a él como un salvador del universo, una especie de Mesías anhelado durante muchas generaciones por diferentes jugadores del tablero. Sin embargo, Paul solo recibe premoniciones, temores y dudas de que el camino que va a emprender solo traerá la destrucción total del universo en forma de Guerra Santa.
Casi de forma similar a lo que sucedió con la nueva versión de It hace unos años, debido a la extensión y complejidad de la novela original era imposible engrosar todo el material narrativo en una sola película, por lo que la historia estaría divida en dos partes. Curiosamente, en ambos casos la primera y segunda parte de It y Dune poseen mas o menos la misma duración y la división narrativa tiene sentido, así como las expectativas depositadas en ellas. En esa primera película de Dune se notaba claramente una intención mas introductoria del mundo creado por Herbert que tan influyente ha sido en todo el corpus de la ciencia ficción posterior, donde primaba el worldbuilding y la presentación de un gran grupo de personajes prometiendo que lo mejor estaría por llegar en una continuación, que al viaje de Paul todavía le quedaban muchos pasos que dar.
Al estar ya muchas cartas sobre la mesa, es de agradecer que prácticamente el filme retome la acción donde la dejó, con la excelente adición de añadir un poco de contexto en los primeros minutos para los que anden algo más perdidos. Y tal y como se podía intuir al tratarse de una secuela/continuación/segunda parte, siempre tiene que haber un afán por hacer coger las virtudes que hicieron a la primera película tan exitosa y doblar la apuesta, tanto en cuanto a la historia como a las posibilidades visuales que ofrece el medio cinematográfico. Pero esto es un arma de filo, pues con unas intenciones tan claras y una ambición también engrandecida acompañada de tantas promesas futuras pueden llegar a buen puerto o quedarse a medio a gas. En la cinta de Andy Muschietti si bien el clímax de esa segunda parte se antojaba interesante, al introducir tanta trama, subtrama, y en general, querer manejar tantos frentes al mismo tiempo acababa pasándole factura y no dejaba con la sensación final de una conclusión a la altura, palideciendo ante la anterior película y dejando una sensación agridulce por mucho que siguiera la historia original.
En lo personal diría que a Denis Villeneuve con esta segunda parte de Dune le ocurre un poco lo mismo. El hecho de que el filme pase gran parte del tiempo centrándose en Paul, Jessica y su trama con los Fremen justo exprime lo mejor de la primera película. Pero de manera obligatoria tiene que incluir nuevos personajes que son parte del todo, algunas subtramas que para los que somos ajenos al libro de primeras puedan resultar mas distantes a la acción que ocurre en Arrakis. Todas esas nuevas adiciones son bienvenidas porque uno como espectador sabe que van a cumplir y que son un propósito importante para llegar al objetivo final, y si además te encargas de que actores conocidos y tremendamente sobresalientes lleven el peso de esas subtramas sobre sus hombros pues el buen resultado es tan solo cuestión de tiempo. Aunque llega un momento sobre el nudo de la cinta que el ritmo se vuelve extraño, la narración se vuelve algo más farragosa al tener tanto entre manos (cosa que hasta entonces había fluido con una soltura admirable) y queda la sensación de que hay escenas donde tal vez no importa tanto ya ese worldbuilding o esa presentación de personajes, sino encaminarlo todo al desenlace.
Sin entrar demasiado en spoilers, la baza mas excelente de esta segunda parte y que abraza sin complejos es como revierte el viaje del héroe de Campbell. Mientras que en la primera parte los más neófitos podían hacerse una idea de que la aventura de Paul tenía todos los elementos clásicos y superconocidos de la llamada a la aventura que podrían hacer de él un nuevo héroe del séptimo arte con muchos matices, da gusto ver como desde el primer minuto con la segunda parte esas expectativas saltan por los aires, dejando claro que esto no es ni mucho menos un viaje heroico ni admirable. A medida que Paul va siendo más habilidoso, inteligente y firme uno cae en la cuenta de lo peligroso que es su camino, de todas las luces rojas que hay a su alrededor y que sonarían como una sirena de bomberos para alertar del peligro. Porque a fin de cuentas por muy especial que pueda parecer Paul, no es más que otro peón en un tablero de ajedrez retorcido a mas no poder, un peón cuyas consecuencias de sus acciones dan auténtico pavor.
Si puedo afirmar categóricamente que todo el trabajo de Villeneuve a nivel visual es de matrícula de honor y supera con creces lo visto en su antecesora. El nivel de escala y de los espacios es incluso más sobrecogedor evocando a los planos generales de Lawrence de Arabia y o el cielo del Episodio IV de Star Wars, una fotografía inmersiva donde se puede sentir la arena y el polvo entrando por todos los poros descubiertos gracias al fuerte viento, el distinguible vestuario de cada cultura y cada planeta siendo las ropas de los Fremen las que más lucen en pantalla, el cuidado uso del sonido especialmente en secuencias de acción donde destacaría la batalla final con las espadas o todas las escenas donde hacen acto de presencia los Shai-Hulud, los icónicos gusanos de arena, son para enmarcar.
Con un reparto tan inmenso es gratificante ver que todos están comprometidos al 100% con el proyecto y que cada uno tiene escenas donde brillar. Pero puestos a hablar de los más destacados, tendría que apuntar sin duda a Javier Bardem como Stilgar, el líder los Fremen que busca desesperadamente que Paul sea ese Mesías que tanto están buscando y su personaje tiene un arco fascinante respecto a lo que supone tener una fe tan ciega. El segundo seria Austin Butler como Feyd-Rautha, una de las nuevas incorporaciones y que desde su presentación se convierte en un personaje temible por la brutalidad de su actos y su naturaleza imprevisible. Y reservando lo mejor para el final no se puede elogiar más a Rebecca Ferguson. Su Lady Jessica tiene la difícil misión de hacer que todos los engranajes que ella misma ha puesto en marcha desde las sombras funcionen, y que presencia tan temible logra como la maestra titiritera de la función.
Viendo el éxito cosechado y tal y como sucedido al igual que con la primera parte, la historia no está cerrada del todo. Queda ver si lo que aun queda por venir puede ser el equivalente a El retorno del rey de Villeneuve. Ha demostrado en reiteradas ocasiones que es capaz de asumir cualquier reto que se le ponga por delante, por muy infilmable que pueda parecer. La expectativas serán altas, pero creo que es justo afirmar que si el alumno aventajado de la clase ha demostrado su valía hay, no es malo exigir que mantenga el mismo nivel o lo supere. Aquí estaremos esperando.