La zona de interés
Con cinco nominaciones al Oscar en la próxima ceremonia que se celebra el 10 de marzo, en las categorías Mejor película, Mejor director, Mejor guion adaptado, mejor película extranjera y mejor sonido, La Zona de Interés se posiciona como una de las favoritas de la temporada.
Del director británico Jonathan Glazer con Christian Friedel y Sandra Hüller, actriz nominada este año como Mejor Actriz por la película francesa “Anatomía de una caída”, La Zona de Interés es un relato crudo y diferente de la Segunda Guerra Mundial, centrándose esta vez y a diferencia de películas anteriores, en el punto de vista de los nazis y más aun, de la familia del comandante de Auschwitz, la cual de manera “indirectamente directa” participa en aquella terrible realidad.
La película está libremente inspirada del libro del mismo nombre del autor Martin Amis, el cual a su vez se inspiró de la vida de la familia del comandante Höss, quienes vivían justo al lado del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, el más grande los campos.
© Fotograma obtenido de la película “La Zona de Interés”
En el filme se muestra la mundanidad y normalidad absoluta que envuelve los crímenes atroces cometidos contra los judíos. La vida de una familia aparentemente normal, la madre abnegada con sus cinco hijos, y el padre, jefe de la familia quien sale a trabajar todos los días y sobresale en su labor. Excepto que su trabajo es en el campo de concentración y su labor es asegurarse de que se acabe con la mayor cantidad de judíos posibles de la manera más rápida y eficaz.
Dentro de la idílica casa en la cual vive la familia Höss se encuentra un jardín enorme con hermosas flores. Los primeros planos de estas flores (los únicos primeros planos que veremos), se yuxtaponen al sonido de disparos, de gritos de dolor, de hornos y de todo aquello que compuso el terror dentro de los campos de concentración. No se observa nada, pero se escucha todo.
La ausencia de primeros planos hace que nos sintamos doblemente dentro de una película. Es como saberse dentro de una sala de cine, y al mismo tiempo estar dentro de la película, viendo una película. Es una sensación peculiar, pero funciona gracias a los grandes planos abiertos que decide utilizar el director.
© Fotograma obtenido de la película “La Zona de Interés”
Christian Friedel y Sandra Hüller como las cabezas de la familia cumplen con un rol difícil, ya que el espectador parte del punto de partida que es odiarlos, pero caes irremediablemente en la aburrida realidad que los rodea, sin importar el tipo de trabajo al que se dedica Hoss, las actuaciones te llevan a la misma letargia con la que viven los personajes. Es una vida normal y rutinaria y así es su actuación. Logran que olvides lo que realmente estás viendo.
La real zona de interés no es el campo de concentración, sino esa casa, prácticamente único escenario. La mayoría del tiempo los vemos interactuar allí: del comedor, al cuarto, al jardín, a la cocina. Es ver cómo hacen abstracción total de la realidad que está justo en sus narices, aunque después de todo, su realidad es el hecho de vivir en esa hermosa casa, cuidar de sus hijos e ir a trabajar. El dolor, la desesperanza y el desespero es la realidad de los judíos. Y como mencioné anteriormente, nunca se ve, solo se escucha, lo cual hace todo más desesperante, ya que como Hitchcock bien dijo alguna vez, se sufre más por lo que se imagina que por lo que ves. Ese es el suspenso, y aunque sabemos lo que sucedió en los campos, el no poder verlo en esta cinta, solo escucharlo, es aun más aterrador.
Así como la ausencia de imágenes, la ausencia de todo sentimiento es perturbadora. Es ver pasar la vida de una familia mientras escuchas de fondo los gritos cuando la señora Hoss le cuenta a su madre lo bien que le va y lo bien que se siente en aquella casa. Al mismo tiempo que se aprecia a lo lejos el humo saliendo de las chimeneas.
© Fotograma obtenido de la película “La Zona de Interés”
Es una película fría, que nos recuerda la condición humana y de cómo nos acoplamos casi de manera natural a la violencia, cómo la normalizamos, sobre todo cuando no nos afecta directamente, cuando no es nuestra familia o nuestra gente la que sufre. Esta es una condición no específica de las guerras, sino de nosotros mismos, en todo momento.
La Zona de Interés es un filme de reflexión sobre lo que nos hace humanos y abre la interrogante sobre lo que nos diferencia de aquellos que se encuentran cómodos en una casa, y aquellos que luchan por su vida, atrapados en cualquier lugar del mundo.
Cruda, fría y perturbadora, La Zona de Interés se merece su puesto en los Oscars 2024.
