La villana
Hay ocasiones en las que uno por la temática de una película concreta sabe que la acabará viendo. Si a este hecho le sumamos que con las primeras opiniones se la compara con algunas cintas o series de acción y suspense que a dicha persona le encantan, las ganas por ver la película señalada aumentan. Qué rabia me da decir que esperaba un poquito más para disfrutarla como es debido.
Sook-hee es una mujer que desde su trágica infancia ha sido entrenada para manejar armas. Tras un incidente siendo adulta, será reclutada por una agencia secreta surcoreana. En esta agencia, se le indica a Sook-hee que después de 10 años de servicio como agente podrá llevar una vida normal. Pero tras salir al mundo exterior, dos hombres relacionados con su pasado se cruzan en su camino.
Con un pequeño vistazo al argumento, se podrían buscar similitudes con Alias o con Nikita quitando todo la importancia que tenía el espionaje en ambas series. Hay una mujer bien entrenada para llevar a cabo misiones peligrosas y de dudosa legalidad, una agencia que guarda más secretos de lo que parece a simple vista tanto para el espectador como para la protagonista, una complicada subtrama amorosa y unas escenas de acción muy bien dirigidas. Aunque decir esto último de La villana sería ser injusto con ella, pues todas y cada una de sus escenas de acción solo pueden ser calificadas como espectaculares por sus coreografías, el aprovechamiento del espacio, el montaje y el movimiento de cámaras. En concreto, hay dos escenas que son una persecución en moto y otra de un coche a un autobús que me dejaron con la mandíbula en el suelo y deseando ver cómo se rodaron.
Para mi sorpresa, el drama funciona hasta cierta medida. Esto se debe a su actriz protagonista, Kim Ok-bin, que en esta ocasión hace un papel muy distinto al de Thirst. Ella es capaz de desenvolverse como heroína (o antiheroína, según se quiera mirar) de acción propinando puñetazos, patadas, disparando infinitas balas para dar en el blanco o protagonizando las ya mencionadas persecuciones imposibles. Por si eso fuera poco, también es capaz de desenvolverse bien en las escenas más dramáticas, especialmente en aquellas que tienen que ver con una niña. Mencionar también a Kim Seo-hyung como la jefa Kwon, la directora de la organización.
Sin embargo, el principal problema del film es su estructura. A mi modo de ver, tantos flashbacks son innecesarios y sacan mucho al espectador de que lo que sucede en el tiempo presente. Una narrativa más lineal le habría venido mejor. Como añadido, con tantos saltos temporales es inevitable que surjan más detalles y más subtramas que tendrán su repercusión en el presente. Pero eso también desemboca en giros argumentales, demasiados giros de hecho, que al final acaban perdiendo su relevancia por tanta repetición y confusión temporal. Algo similar a lo que le pasaba a Atómica solo que con un peor resultado.
Pese a haber hablado en líneas anteriores sobre lo bien que las dos actrices interpretan sus respectivos papeles, si es cierto que salvo Sook-hee, ninguno logra despertar un mínimo de simpatía ni creo que están lo suficientemente desarrollados para que el público pueda entender sus motivaciones. Soy una firme defensora de que un personaje no tiene que caer bien para ser un buen personaje o un personaje bien construido, pero se debe pedir unos mínimos en la construcción de personajes. Y como detalle sobre una escena muy concreta, se tendría que haber cuidado un poco más el color de la sangre. Que yo sepa la sangre es roja y no rosa.
Pero a pesar de sus problemas temporales, su exceso de giros, su extensa duración y su intento de abarcar varios géneros entre ellos el drama romántico, tiene aspectos que me hacen estar satisfecha de haberle dado una oportunidad. Porque aunque la historia no esté especialmente cuidada, la acción tiene tanto estilo que voy a tardar en borrarla de la retina.