Los Increíbles 2
Después de 14 años, y en el caso de España en particular dos meses más, finalmente ha llegado a las carteleras la nueva aventura de esta conocida y querida familia de superhéroes. Con las secuelas de Píxar hay dos opciones: Que nos hayan regalado película de gran calidad como puede ser el caso de Toy Story 3 o que, por el contrario, tengamos una cinta olvidable como Buscando a Dory. Afortunadamente, nos hallamos ante un caso más claro para la primera categoría.
Los superhéroes siguen estando prohibidos, por lo que la familia Parr se ve obligada a vivir oculta. Sin embargo, su suerte parece dar un giro cuando una empresa se interesa en trabajar con Helen/Elastigirl para que los superhéroes vuelvan a ser legales. Al mismo tiempo, es Bob/Mr. Increíble quien debe quedarse en casa cuidando de la familia.
Tal y como quedó la primera entrega, el paso más lógico era continuar desde el momento exacto en el que lo dejan. Lástima que durante tanto tiempo uno haya podido imaginarse como iba a continuar esa escena para que finalmente no sea tan épica. Aunque todo hay que decirlo, es el punto de partida perfecto para la historia que quieren contar en esta ocasión. Si la primera película trataba sobre como una familia conseguía unirse pese a sus diferencias, esta trata sobre como esa misma familia intenta encajar en un mundo que le ha condenado al olvido.
Y es que, aunque para todo el mundo el tiempo haya pasado, para los Parr todo sigue exactamente igual. Violeta es una adolescente con todos los problemas que conlleva esa edad, Dash es un niño hiperactivo al que le cuesta obedecer lo que le dicen, Bob intenta ser padre lo mejor que puede al mismo tiempo que añora sus días de gloria y Helen es una mujer capaz de lograr todo lo que se propone. Pese a que sean los mismos que quiere el público con personalidades tan marcadas, tienen margen para seguir evolucionando y no quedarse estancados. El más beneficiado de todo esto es sin duda Jack-Jack, el hijo pequeño de la familia que en la primera entrega no tenía muchos minutos en pantalla y en esta ocasión, cada vez que aparece, es un completo robaescenas. Y ello sin contar a secundarios de lujo como Frozono o Edna.
Si en el primer film uno de los aspectos más logrados era la perfecta simbiosis entre drama familiar y película de acción. En lo personal, siempre he preferido la parte más familiar de ver como se van forjando las relaciones entre personajes, además de que regalan unos momentos cómicos que son oro. Pero aunque tenga esta preferencia, toda la parte más “clásica” en el esquema de los superhéroes esté logradísima, con unas secuencias de acción vertiginosas que mantienen a uno al borde del asiento y en las que se nota la mano del director Brad Bird, un nombre curtido en escenas de acción tanto en imagen real como en animación.
Incluso la trama central de devolver a los superhéroes a la palestra está muy bien pensada, pues en ella se debate hasta qué punto esos héroes deberían ser legales, algo que se ha visto recientemente en Capitán América: Civil War o que se llegó a ver en Watchmen de una forma mucho más dura. El punto débil de esto es que quizás se tardan mucho en mostrar las cartas de lo que trata la cuestión y que el villano, si uno presta atención o incluso si está familiarizado con los esquemas de la factoría Disney durante los últimos años, puede adivinarlo sin complicaciones.
En resumen, la espera ha merecido la pena. Puede que no sea tan impresionante como su primera parte, pero también hay que poner en contexto que en 2004 no existía ese boom por los superhéroes por parte de Marvel y DC. Y también cuenta que a lo mejor lo que de más joven resultaba impresionante, a día de hoy no siempre se tiene el mismo resultado pese a ser muy bueno. Solo queda cruzar los dedos para que Píxar no tarde tanto tiempo en hacer una continuación.