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Masters del Universo | Filmfilicos, blog de cine

A pesar de que ya han pasado más de 30 años desde el estreno de esta cinta, nunca mejor dicho eso de cinta, hace unos días pude volver a verla y sigo defendiéndola a muerte frente a todo aquel que ose decir que no está a la altura del mito de He-Man o que sus efectos especiales son el hazmerreír de la profesión. Como aún sigo siendo un desconocido por estos lares, te hablaré de los años 80, el cine de ciencia ficción y de los músculos de Dolph Lundgren, todo ello condensado en los próximos párrafos. Os hablo de Masters del Universo

Quizás la primera línea de defensa ya me deje un tanto vendido, pero es que los recuerdos, sobre todo si se refieren a la infancia, son difíciles de transmitir en texto. Habiendo crecido a caballo entre la década de los 80 y los años 90, mi paladar cinematográfico se ha transformado en el paladar de una persona amante de la ciencia ficción, de los efectos especiales más crudos, esos que no necesitan de ningún tipo de ordenador como podría ser el caso de Baby Yoda, y de las historias de héroes y mundos perdidos. La cinta de Gary Goddard, su ópera prima, rebosa bajo presupuesto, pero también nos habla de una batalla intergaláctica, con un trasfondo, incluso, de amor y familia.

Una joven Courtney Cox participa en Masters del Universo

El segundo factor clave en mi grato recuerdo de la película tiene que ver con la banda sonora, que va más allá de tres o cuatro canciones épicas y que utiliza un instrumento musical, un tanto extraño y proveniente de otro planeta, para enlazar dos mundos casi antagónicos en una lucha entre el bien, ese rubio y semidesnudo He-Man, y el mal, representado en la figura tétrica de Skeletor, que Frank Langella conseguía emular de una manera terrorífica, a pesar de la cantidad de críticas hacia el maquillaje que lucía.

Por último, sé que sigo siendo completamente subjetivo, uno de los grandes aciertos de la película es conseguir trasladar la mayoría de la acción a nuestro planeta, pudiendo, de esta manera, evitar redundar en los pobres efectos especiales. El gracejo del pequeño Gwildor, artífice del instrumento musical, que no es otra cosa que una llave que permite abrir portales hacia otros lugares y tiempos, el terror que infunde Skeletor, el detective Lubin, interpretado por el siempre rudo James Tolkan, o el momento en que He-Man reclama su espada al grito de “¡Yo tengo el poder!” son razones más que suficientes para que le des una oportunidad a una película de culto entre aquellos que nacimos con la rivalidad entre el VHS y Betamax.

La nota de filmfilicos
Autor/a
(AKA )
Autobiografía Entusiasta de la tecnología y los videojuegos. Fanático del cine y las series de televisión, con Matrix y Perdidos como favoritos. Baskonista en vena. Redactando artículos con sentido del humor, porque me da mucha rabia la gente demasiado seria. LOL. Frase: "Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistingible de la magia.".

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