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Red State - Blog de cine Filmfilicos

De manera inevitable, durante la pasada semana los ojos de casi todo el mundo estaban puestos en Estados Unidos, concretamente en un recuento de votos que parecía no tener fin. Y el resultado de la futura presidencia que se antojaba tan ajustado ponía de manifiesto una vez más la gran división de opiniones que hay actualmente en el país. Podría haber sido más fácil huir de la realidad, pero mi parte más morbosa ha preferido quedarse en dicho país y seguir indagando en cierto sector de la población, dado que es una parte muy ruidosa de la población y un problema que se viene arrastrando desde hace años como es el discurso de odio. Hoy os hablo de la película Red State.

Tres estudiantes de instituto en el Medio Oeste americano deciden quedar a través de internet con una cita misteriosa. Pero el asunto no tardará en complicarse, pues la cita es una trampa orquestada por un grupo de fanáticos religiosos liderados por su afamado predicador Abin Cooper.

Lo cierto es que el aspecto de cámara en mano que se le otorga a la cinta nada más comenzar ayuda a crear esa atmósfera de realismo, de que más que una película se podría estar viendo un día común y corriente de cualquier ciudad estadounidense del Medio Oeste o incluso de la parte sur, donde sus habitantes se conocen entre sí, no hay grandes actividades con las que pasar el rato, la más mínima noticia es motivo de revuelo y por supuesto, hay una iglesia dirigida por un líder carismático que solo tolera a la gente que él considera digna, y que todos aquellos que se desvíen de lo que dictan las sagradas escrituras debe ser eliminado.

Este aspecto de realidad ayuda que el primer y segundo acto parezcan algo más propio del género de terror, y funciona adecuadamente porque el fanatismo religioso llevado al extremo es algo ciertamente aterrador. Y la confirmación de esos temores llega con la figura del predicador, lo venenoso que resulta su discurso y lo impredecibles que pueden resultar los fieles con tal de seguir un estricto código en el que creen con toda su voluntad.

Red State

Desafortunadamente, la historia toma un giro que, si bien tenía que suceder más pronto que tarde, cambia de manera radical el foco sobre la acción, sobre los personajes y casi también se podría decir que cambia de género. Si bien el suspense que puede caracterizar a la historia sigue presente, está al servicio de la acción, de modo que a mitad del segundo acto y en el tercero, lo que la película había construido salta por los aires, literal y metafóricamente. Todo el discurso de odio redundante pero efectivo que ha cimentado se siente desperdiciado. Incluso el aspecto visual del filme cambia, con un look más propio del cine de acción se continua con la técnica de la cámara en mano, de modo que la claridad de la imagen se desvanece para ofrecer la confusión justa y necesaria y el montaje cargado de efectos se acelera, algo que podría recordar a los videoclips.

Respecto al reparto que es bastante extenso y hay tanto rostros conocidos para el gran público como gente menos prolífica, dos actores que destacan por encima del resto. El primero como no podía ser de otra manera es Michael Parks interpretando al predicador Abin Cooper. Tiene una escena muy larga en la que el actor aprovecha todas las disposiciones de la cámara y resulta perfectamente creíble todo lo que sale de la boca, calculado al milímetro sus palabras para sembrar esa semilla de odio entre los parroquianos y tergiversando los dogmas a su manera para que encajen con su narrativa. Y el lucimiento en esta clase de roles es muy notable, algo que también le sucedía a Guy Pearce en Brimstone. Y la segunda actriz muy destacable es Kerry Bishé, no tanto por presencia, sino por ser el personaje que llegado a un punto es el que ofrece un poco de humanidad, cordura y simpatía entre tanto caos.

Finalmente, el discurso parece volver a la palestra, aunque sea para darle otra vuelta de tuerca y seguir rascando sobre la podredumbre de la sociedad estadounidense y su hipocresía en todos los sectores. Pero después del cambio de tono que pega la historia, se siente forzado rescatar una parte que casi se había obviado, convirtiendo el conjunto en algo digno pero irregular que podría haber dado mucho más de sí con una visión más clara y sin tanta malgama de por medio.

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