Oppenheimer
La filmografía de Christopher Nolan es bastante sólida y tiene un ejército de fieles fanáticos que la respaldan. The Dark Night (2008) es una obra maestra y una de las mejores películas basadas en comic de la historia; Inception (2010) y Dunkirk (2017) bordean la perfección y otros títulos como Interstellar (2014) o Memento (2000) tienen adeptos y detractores. Lo cierto es que Nolan tiene un innegable talento para las grandes producciones. La ciencia ficción ha encontrado en él al discípulo de Spielberg y Kubrick. Es el director perfecto para el Hollywood actual, por lo cual sorprende que su última película sea una mirada introspectiva a la vida y obra de uno de los hombres más controversiales del siglo XX.
J. Robert Oppenheimer fue el creador de la bomba atómica, el arma de destrucción más importante de la humanidad. El científico fue, además, una víctima de las más viles envidias e incomprensiones. Su genio fue celebrado, criticado y finalmente, reivindicado tras una persecución política en la cual la vida del genio fue expuesta como expediente judicial.
Nolan narra todos estos episodios con la ambición que lo caracteriza. Esta es una película de grandes dimensiones, que construye su narración de forma inteligente, entremezclando la vida personal de Oppenheimer con su desarrollo como mente brillante. Esta oposición entre un mundo inestable y otro que parece destinado al éxito, es la dosis que le da personalidad a la cinta. No estamos ante un biopic complaciente sino ante un estudio de los demonios y temores que habitaban en la mente de un genio. El caos, que siempre está presente en la filmografía de Nolan, adquiere matices de historia y se refleja en el rostro del gran Cillian Murphy que se deja moldear por el personaje con una soberbia impresionante y que da, quizás, la mejor actuación de su carrera.
Oppenheimer (2023) no se concentra en los grandes efectos para mostrar los horrores de la bomba atómica sino en el impacto del invento en su creador. El eterno relato de la ambición humana y de la incomprensión social son presentados en escenas con una cinematografía vibrante que llena la pantalla y otras en blanco y negro en las cuales el relato de la vida ajena viene cargado de sed de venganza.
El trabajo actoral de Oppenheimer tiene la precisión de una teoría física. Liderados por Murphy, el elenco incluye una serie de actuaciones pequeñas de actores como Gary Oldman, Tom Conti o Kenneth Branagh en roles históricos e indispensables para entender la travesía del científico. Robert Downey Jr. interpreta al político Lewis Strauss con una mezcla de acidez e inteligencia que emulan al Salieri de Amadeus (1984). Mientras que Emily Blunt asume con entereza el rol de Kitty Oppenheimer y Florence Pugh es una bomba de seducción como Jean Tatlock. Pero la película le pertenece a Murphy y su capacidad de reflejar los temores de su propia genialidad y la inevitabilidad de la historia que lo alcanza con una mirada perdida perfecta para los primeros planos en los que la pantalla nos deja descubrir al hombre detrás de la leyenda.
Oppenheimer ha conseguido lo que muchos esperábamos de Hollywood desde hace tiempo. Una película entretenida, visualmente atractiva, cargada de ambición, brillantemente producida y con una trama inteligente. Eso explica el éxito en la taquilla de esta cinta y eso explicará, que, en un par de semanas, la cinta se lleve el Oscar a la Mejor Película del año.
