Piercing

Después de su recorrido por festivales como Sundance o Sitges, en la pasada edición del Festival Nocturna de Madrid (donde consiguió hacerse con el premio a mejor actor) también estaba incluido el nuevo trabajo de Nicolas Pesce, que tenía todos los ingredientes para llamar la atención y posteriormente no dejar indiferente a nadie. Esto puede ser muy bueno o muy malo, y por la opinión que vengo a mejor a continuación es fácil adivinar en qué lado me encuentro.

Basada en una novela de Ryû Murakami, presenta a Reed, un hombre que tras despedirse de su mujer y su bebé se dispone a irse al trabajo. Pero su plan consiste en ir a un hotel, contratar los servicios de una prostituta y asesinarla.

En este caso, he de aclarar que no he leído la obra original en la que se basa la película, por lo que en esta ocasión el análisis no puede cubrir esa vertiente. Solo puedo añadir que el público que la vio que sí estaban familiarizados con el material original comentaban que se dejaba cosas en el tintero. En lo personal, el anterior trabajo del director no logró conectar conmigo, por lo que tenía cierto miedo de enfrentarme a su nuevo proyecto. Pero como me alegro de haberle dado una segunda oportunidad y de que hayamos llegado a un entendimiento mutuo.

Desde el minuto uno la cinta propone una esquema clásico de juego entre el gato y el ratón. Al principio puede parecer que hay un personaje que lleva las de ganar y uno quiere ver su viaje, pero conforme va pasando el metraje la historia no deja de regalar sorpresas. Parte de la culpa la tienen sus dos personajes principales, Reed y Jackie. A él lo presentan como un sádico que quiere cumplir su fantasía de asesinar. Para ello emplean de forma exquisita los recursos sonoros y de montaje sobre cómo sería el asesinato, metiendo al espectador en su cabeza y en cierta forma, sintiendo el ansia que él siente. De esta forma, Reed puede recordar por un lado a un asesino metódico que se toma su tiempo en planear el asesinato como Dexter y por otro lado a una persona aparentemente normal, pero en cierta forma estilizado como Patrick Bateman.

Como contrapunto se encuentra Jackie, interpretada por Mia Wasikowska, quien en todo momento tiene el halo de ser un personaje enigmático, con el punto justo de inocencia pero que esconde algo y no sé sabe por donde va a explotar. Y cuando entra en juego con el personaje de Reed la tensión del cuarto se puede cortar con un cuchillo. Lo que me lleva al siguiente punto: la atmósfera. Con una ambientación puramente noir y acciones desarrolladas casi al completo en espacios cerrados, en todo momento hay una sensación de tensión e imprevisibilidad en el ambiente con los recursos justos y necesarios.

Pero más allá de los personajes, la atmósfera o la tensión, algo que hace a esta cinta tener un sello tan propio es el tratamiento hasta cierto punto enfermizo del sadismo y el masoquismo. Como Reed y Jackie van dejando caer las máscaras para mostrar sus deseos más ocultos en un peligroso juego. Y sus fantasías al mismo tiempo se van relacionando con traumas y desembocando en el surrealismo. Es fácil que el deseo, la crueldad y como se van entremezclando hasta que son uno puedan recordar a otras películas como Audition o Crash por mencionar una cinta en concreto de Cronenberg. Repulsivo, pero no se pueden apartar los ojos.

Como apunte negativo, añadir que pese a su corta duración, en varias ocasiones los diálogos tratan sobre asuntos tan banales que parece que no llevan a ningún lado y solo están ahí por rellenar metraje. Eso sería mi única queja para una historia que coge varias referencias y en cierta forma las hace suyas para terminar dejando mal cuerpo y fascinación a partes iguales.