Pinocho de Guillermo del Toro
El hecho de que Guillermo del Toro sea una persona tan apasionada por su oficio y al mismo tiempo alguien con tanto bagaje narrativo en todas sus vertientes hace que sea un misterio tratar de adivinar cuál será su próximo movimiento. El 2022 ha sido un año prolífico para el realizador mexicano, pues en un corto periodo de tiempo ha estrenado la antología El gabinete de curiosidades y la película de la que vengo a hablar hoy Pinocho de Guillermo del Toro, un trabajo que una vez visto cobra bastante sentido el porqué el cineasta quería contar su versión de la historia.
Basada en el cuento de Carlo Collodi, la historia sigue a Geppetto, un solitario y triste carpintero que construye un muñeco de madera para sobrellevar la prematura pérdida de su hijo. Por azares del destino, el muñeco cobra vida y actúa bajo el nombre de Pinocho. Y a partir de ese momento la relación entre Geppetto y Pinocho tomará un nuevo camino.
Si he de ser completamente honesta, mi única referencia de Pinocho es la cinta de 1940 de Disney, por lo que puedo conocer más o menos el esqueleto del cuento y sé que es inherentemente una historia muy oscura, como bien prueba el filme hecho por la compañía del ratón en la que es probablemente la época más oscura del siglo XX y contiene algunas secuencias dignas de la peor pesadilla. Con esta idea en mente, el comienzo de esta versión traída a 2022 es pura marca de la casa de su director más conocido, donde combina a la perfección la tragedia más mundana en un contexto muy concreto con la fantasía y la ensoñación más propia de los niños, tal y como lo hacen los mejores cuentos, empujando al lector o al espectador con paciencia y mimo a zambullirse de lleno en ellos.
A la hora de hablar de ese contexto tan particular y sombrío, es muy inteligente la decisión de ambientar la historia en la Italia fascista de la Segunda Guerra Mundial, pues de ese modo se le añade una capa más lúgubre a la historia para hablar de multitud de temas, algo que también es la especialidad de del Toro. El poder del fascismo sobre la población con su respectiva propaganda en todos los sectores y edades, el orgullo de ir a luchar por una patria, como esa población venera profundamente la religión cristiana con todos los aspectos negativos de ese culto hacia lo desconocido, las vidas anónimas que una guerra se lleva por delante dejando heridas irreparables a su paso, como en tiempos convulsos proliferan personajes de la peor calaña o el significado de ser humano donde se incluyen los conceptos de la mortalidad y el paso del tiempo, entre otros muchos otros.
Pero hay uno que está por encima de todos y es donde reside la grandiosidad de la película: que nunca pierde el foco en la relación padre e hijo, con todas sus luces y sombras, entre Geppetto y Pinocho. Ambos personajes están heridos por motivos muy distintos. Geppetto por el vacío que siente tras la muerte de su hijo Carlo y Pinocho por su condición de marioneta que despierta miedo y fascinación como atracción de feria a partes iguales, y es por esa tristeza tan evidente que arrastran los dos que poco a poco se van acercando más, fortaleciendo ese vínculo tan complicado al principio pero con el que ambos acaban aprendiendo del otro algo tan sencillo y al mismo tiempo tan poderoso como el significado del cariño.
Si en cuanto al contenido todas las licencias son bien recibidas, el apartado técnico no se queda atrás. Al emplear la técnica del stop motion todo el resultado final se siente realizado por un verdadero artesano que se ha tomado su tiempo en recabar hasta el último detalle de cada fotograma, con un diseño de personajes único con mucha personalidad para cada uno, un uso de los colores bien diferenciado a la hora de abordar el mundo real y las pequeñas incursiones de la fantasía y un elenco de actores a la hora de poner las voces que no podrían estar mejor elegidos para sus respectivos papeles. Visualmente tal vez podría recordar a los últimos trabajos del Estudio Laika pero a la vez se desmarca de esa línea de animación, consiguiendo un acabado muy particular
En resumen, por muchas adaptaciones que haya habido a lo largo del tiempo de este archiconocido cuento, merece la pena acercarse a esta versión que demuestra que se puede coger una historia popular e insuflarle un poco de gasolina con la que se recuerda porque los cuentos son algo universal tanto para los adultos como para los niños y que cuando están tan bien hechos la sensación es similar al más cálido de los abrazos: algo que no se sabía que se necesitaba hasta que se experimenta en la piel.