Snowpiercer (Rompenieves)
El pasado viernes se estrenaba en nuestras pantallas Snowpiercer, la película más cara de la historia del cine coreano. Dirigida por Bong Joon-Ho, producida entre otros por Park Chan-wook y con un reparto internacional que cuenta con nombres como los de John Hurt, Tilda Swinton, Chris Evans o Jamie Bell la propuesta del tren sin destino ha hecho parada en nuestras salas.
La base del relato no es demasiado innovadora dentro del género de la ciencia ficción. Tras un experimento fallido todo el mundo queda cubierto por un hielo abrasador del que sólo unos pocos afortunados se salvan. Éstos viven recluidos en un tren en marcha del que nadie puede salir.
Si como decimos la base no es demasiado original, personas encerradas intentando sobrevivir a agentes externos o desconocidos, como se podía ver en la mítica Alien y secuelas, o intentar vivir de nuevo en una sociedad en la que el ser humano ya no posee la hegemonía como sucedía en Blade Runner o en Terminator, sólo por nombrar algunos ejemplos archiconocidos, lo que en cambio, sí parece más novedoso es el hecho de que los protagonistas no sólo tienen que sobrevivir evitando ser capturados por el mal que les acecha o obligados a asumir su pérdida de poder, esta vez hay algo más. En este caso a quien tienen que sobrevivir es al ser humano en sí. Dentro del tren se ha creado una muestra a pequeña escala de lo que siempre ha sido la sociedad humana y la lucha de clases característica que siempre ha existido a lo largo de la historia. Las luchas, las revoluciones, los engaños, las esperanzas. Todo está concentrado dentro de la máquina metálica que avanza entre el hielo y la nieve a gran velocidad. Una velocidad que seguramente sea la culpable de no dejar ver a sus habitantes que todos son perdedores, o al contrario, que todos son ganadores. Pero la velocidad imparable y la implacable ley del más fuerte, hacen mella entre los desencantados supervivientes.
La angustia y la claustrofobia reinan en Snowpiercer. Ambientes oscuros y pobres, repletos de objetos viejos y apelotonados reflejan la prisión en la que se encuentran los protagonistas, una prisión que no mejora con el cambio de vagones. A medida que los revolucionarios avanzan hacia estancias de la más alta sociedad, mejora la visión pero no el encarcelamiento. La sensación es aún más desconcertante porque, aunque es cierto que sus condiciones de vida mejoran, sus mentes parecen estar más esclavizadas, más manipuladas y sin vida propia.
Todo en Snowpiercer es hermético incluso el exterior, la nieve candente dibuja un paisaje sellado sin salida alguna.
Una película de acción y ciencia ficción acorde a cualquier gran producción al uso, pero que aún conserva tintes de sus orígenes lejanos a la meca del cine. En algunas escenas parece verse a ese personaje que escapaba de unos atacantes con todo tipo de armas, por un pasadizo encerrado, muy parecido a un vagón de tren. Ese personaje que se llamaba Oh Dae-su, más reconocido por ser el personaje principal de Oldboy.
Antes de terminar, es de ley comentar el broche que Tilda Swinton coloca a la cinta con su interpretación, dotando al personaje y al conjunto de un humor espeluznante y decrépito que resulta contradictoriamente atrayente.