Something in the dirt
Cuando uno lleva a cuestas muchas horas viendo películas y series resulta inevitable tener nombres que sean una absoluta debilidad. Dicha debilidad no hace mas que agrandarse si la carrera de esos nombres sigue viento en popa hasta el punto de comandar grandes producciones de Marvel para la pequeña pantalla aportando su sello propio en el proceso. Desde que consiguieron enamorarme con Spring me he convertido en una fiel devota de Justin Benson y Aaron Moorhead, por lo que era imperativo ponerme con su trabajo más reciente.
John y Levi son dos vecinos en un complejo de apartamentos de Los Angeles que son testigos de una anomalía. Dado que ambos no tienen nada mejor que hacer, optan por documentar el fenómeno tan extraño que está ocurriendo en el edificio y tal vez así puedan tener algo de suerte económica. Pero a medida que las anomalías van siendo más frecuentes y bizarras, su frágil amistad también va sufriendo estragos.
Para esta ocasión tal y como hicieran con El infinito, Benson y Moorhead no solo están detrás de las cámaras dirigiendo, escribiendo y encargados de la gran mayoría del aspecto técnico y creativo de la película, sino que también son los propios John y Levi, por lo que literalmente están a cargo de todo el proyecto ideado por ellos mismos, para lo bueno y lo malo. Si uno ya está familiarizado con su forma de hacer las cosas, aquí encontrará una compilación de sus grandes éxitos. Si por el contrario, si es la primera cinta de ellos a la que uno se acerca hallará una ida de olla estimulante o un intento de ida de olla que puede haber generado cierto ruido pero cero nueces. Y la verdad es que con el ritmo tan pausado que se gasta la película entre las conversaciones trascendentales entre la dupla de vecinos, que está más interesada en hablar de las diferentes teorías acerca de las anomalías que en aportar respuestas sobre ellas y que tarda quizá de más en meterse en el meollo alargando el metraje tal vez de forma innecesaria, puedo comprender tanto a aquellos que no sean capaces de entrar en el juego como a aquellos que queden encandilados con la propuesta.
En lo personal, sabiendo los terrenos por los que se mueven los directores no puedo hacer otra cosa que posicionarme en el bando de aquellos que están totalmente a favor de lo que han hecho aquí. Diría incluso que en esta ocasión tienen todavía más mérito por hacer una historia más contenida de lo que acostumbran, donde son solo ellos dos literal y metafóricamente, y aun así, con tan poco aparentemente logran mucho. Resulta muy divertido como en todo momento ellos no esconden sus referencias sino que incluso se atreven a referenciarlas con un inteligente ejercicio de metaficción (siendo Expediente X la más notoria) pero también a trabajos pasados propios como la mencionada El infinito o la maltrecha Archivo 81. Aunque todas esas referencias y esa metaficción no están ahí por mero adorno, pues casa perfectamente con el tono de falso documental que va adquiriendo el metraje, jugando con la comedia y con la paranoia que empiezan a experimentar Levi y John, cuestionando que es real y que no solo para ellos, sino para los espectadores. Este recurso de confusión por si fuera poco es muy efectivo al llegar al segundo acto, con un pequeño giro donde la paranoia aumenta por momentos, los puntos de giro sobre el guion son más frecuentes y algo alocados, y por último, complementa un montaje que dentro de su caos tiene razón de ser y encuentra un orden consigo mismo.
Y es que con la anomalía inicial y con el desarrollo del documental dispuesto a no dejar a nadie indiferente caben casi todas las ideas imaginables tratadas en la filmografía de Benson y Moorhead al igual que temas tratados en un documental o podcast estándar: sectas, sociedades secretas milenarias ocultas, pseudociencia para explicar fenómenos en teoría inexplicables, criaturas milenarias inspiradas directamente en los mitos lovecraftianos, la historia más oculta y siniestra de Los Angeles, dimensiones paralelas y los viajes entre ellas, la posibilidad de la existencia de alienígenas y por supuesto, referencias a teorías de la conspiración ultra conocidas. Todo ello en un mejunje que tendría todas las papeletas para desembocar en un desastre y que aterriza con pies de plomo.
En resumen, de tanto minimalismo formal pero ambición en su contenido es posible que para algunos espectadores pueda resultar insuficiente, incluso vacía al llegar al final. Pero yo sin embargo no puedo más que deshacerme en elogios ante estos dos directores que continúan sorprendiendo con cada nuevo trabajo, sacando petróleo incluso de los planteamientos más sencillos y con unos medios tan reducidos que puedan conseguir resultados excelentes con una huella ya muy reconocible. Ojalá todas las ideas tan pequeñas pero arriesgadas dieran tan buenos resultados.