The Bad Batch
El hacer experimentos conlleva siempre un riesgo. Suelen polarizar tanto a la crítica especializada como a la audiencia si no es una persona experta en la materia la responsable del proyecto. Y debo admitir que en este caso no las tenía todas conmigo para situarme a favor de lo que proponía la película.
Arlen es una chica que se encuentra entre la frontera de Texas y México pero le es denegada la entrada a Estados Unidos y queda señalada por ello. Arlen se ve obligada a vagar por un vasto desierto y no tarda en ser capturada por un grupo de proscritos convertidos en caníbales. Es ahí cuando deberá aprender a sobrevivir en un territorio hostil y sin ningún tipo de ley.
Tal y como he mencionado más arriba, iba con cierto escepticismo a la hora de enfrentarme a este film. El anterior trabajo de la directora y guionista, Una chica vuelve a casa sola de noche, lo tenía todo para ser de mi agrado y sin embargo, no llegué a conectar con él en ningún momento. A pesar de salir con cierta decepción de su debut de 2014, me quedó claro que Ana Lily Amirpour era un nombre a tener en cuenta y que sus futuras cintas podrían resultar muy interesantes. Como me alegro de haberle dado una segunda oportunidad y de saber que mi suposición inicial era cierta.
Aunque haya afirmado que su más reciente trabajo sí me ha gustado, no significa que se trate de una cinta para todo tipo de público. Si hay algo que queda claro tras haber visto sus dos largometrajes, es que Amirpour es una mujer que adora jugar con diversos géneros, y más concretamente con géneros cuyos seguidores son muy pasionales. En mi humilde opinión, en esta ocasión ha salido muy bien parada con su peculiar mezcla de western, thriller, drama con crítica social incluida, serie B y ciertos aires de grindhouse que hará las delicias de los seguidores más acérrimos a los trabajos de Robert Rodríguez o Quentin Tarantino. De hecho, el público que se dedique a buscar referencias entre sus planos, estoy segura que encontrará un número considerable de las mismas.
Y hablando de referencias, son varios los sitios en los que se menciona cierta influencia de Mad Max debido a su ambientación en un árido desierto distópico. Algo con lo que estoy de acuerdo hasta cierto punto. No en vano, Arlen es una mujer luchando por sobrevivir en un mundo salvaje dominado por hombres donde impera la ley del más fuerte a la que además, le falta un brazo y una pierna. Pero si bien la hasta ahora tetralogía de George Miller tiene un ritmo para contar la historia más convencional (o frenético en el caso de la entrega estrenada en 2015) Amirpour para relatar su historia emplea un ritmo más pausado, a veces incluso demasiado pausado, poniendo en varias ocasiones a prueba la paciencia del espectador y dando la sensación de que alguna escena se podría haber acortado un poco, que el resultado sería el mismo.
Mencionar también que esta cinta es uno de esos casos donde el público lo que se encuentra es el denominado “estilo sobre sustancia” en su máximo esplendor. Algo que tampoco es para todo tipo de audiencia, pero los que estén dispuestos a adentrarse en el peculiar mundo propuesto por la directora quedarán bastante satisfechos. Pues resulta muy atractiva la fotografía en la que se combinan los tonos más propios de un inhóspito desierto con unos colores neón más propios de la filmografía más onírica de Rob Zombie. Del mismo modo, también destaca una banda sonora bastante anacrónica y variada en la que predominan los sintetizadores y la música electrónica, pero que de alguna forma, consigue funcionar.
En cuanto a los actores, se puede decir que cumplen con lo que se podría esperar de ellos. La protagonista, Suki Waterhouse, podría ser ella como podría ser otra actriz. Esto no quiere decir que lo haga mal, pero tampoco consigue ser especialmente memorable ni transmitir el suficiente carisma. El otro gran protagonista, Jason Momoa, sin ser un muy buen actor y tener muchas líneas de diálogo, consigue infundir temor con pocos gestos. Y sin duda los dos actores que más me han sorprendido por el tipo de papel que hacen y porque están irreconocibles son Jim Carrey y Keanu Reeves. Ver para creer.
Se puede criticar su ritmo pausado, que a los personajes quizá se les podría haber dado un poco más de trasfondo, que la historia no sea lo principal o que se vaya desinflando de cara a su final. Pero debo admitir sin ninguna clase de vergüenza que he disfrutado de su visionado, y que una vez en frío, digo abiertamente que cuanto más pienso en ella más satisfecha me he quedado de haber visto la película.