The Empty Man
Debido al inabarcable contenido que llega cada semana a las diferentes plataformas, es casi imposible llevar al día los estrenos. Sin embargo, de vez en cuando entre todas las novedades y entre mucho buceo, se encuentra oculta alguna joya que cosecha a partes iguales un número de detractores y seguidores, pero a partir de esa división está destinada a tener culto durante los años venideros. La película de hoy es el perfecto ejemplo de esta situación: The empty man.
Basada en la novela gráfica homónima de Cullen Bunn y Vanessa R. del Rey, la historia se centra en James Lasombra, un policía retirado del medio oeste estadounidense que investiga la misteriosa desaparición de un grupo de adolescentes. Todo apunta a que esas desapariciones se deben a la leyenda urbana del “Empty Man”, pero a medida que la investigación se vaya esclareciendo también se va volviendo mucho más oscura.
Antes de comenzar, quiero aclarar que no estoy familiarizada con su material original. E investigando un poco sobre la raíz del contenido, agradezco que como adaptación se hayan alejado un poco del germen de la novela gráfica teniendo en cuenta los tiempos que corren y que visto con perspectiva parte del argumento se siente profético. También es de agradecer que el director y guionista, David Prior, se tome su tiempo para construir una historia en forma de gigantesca matrioshka que siempre que el espectador parece que tiene claro por donde van a ir los tiros, se las ingenia para ir retirando capas y revelando que la historia queda lejos de ser predecible hasta el ultimísimo minuto. De este modo, lo que al principio puede parecer una reactualización de slashers como Leyenda Urbana pero con la inconfundible influencia de los creepypastas y con una capa policial muy presente en todo momento, se las ingenia para romper con cualquier intuición preconcebida.
Una buena prueba de ello es su prólogo, que por sí solo funciona como un muy buen cortometraje de terror, pero que aunque al principio pueda parecer más descoyuntado de la trama principal de la cinta, lo cierto es que hace un buen trabajo al establecer el tono general del filme: Una atmósfera muy fría y con una oscuridad casi palpable, una banda sonora que causa malestar pero es muy eficiente, una sensación generalizada de pesadumbre que se cierne sobre los personajes, un montaje que juega de forma continua con las expectativas del público y la presencia de un entre que no se sabe muy bien cuáles son sus intenciones. Y más allá de su buen empaque visual que le sienta como anillo al dedo a la historia, también se puede apreciar una buena simbiosis entre una visión más autoral como la de Prior donde a medida que se adentra más en la madriguera del conejo más parece abrazar con creces la locura y una película hecha por un estudio con personalidad que no resulta pesada.
Comentar más allá de la premisa de un grupo de adolescentes desaparecidos sería revelar demasiado, pues se trata de uno de esos casos en los que es mejor dejarse sorprender, para bien o para mal, por el devenir de la historia. Y aunque seguramente haya público que considere que se mete en un jardín complicado o incluso aburrido, personalmente con cada nueva revelación iba convenciéndome más el camino que tomaba, pues tomaba todos los elementos anteriores para reconvertirlos en algo más, mucho más grande con el mérito de que con unos pocos detalles o unas sencillas imágenes consigue su cometido de perturbar y de crear un desconcierto totalmente buscado.
El nexo para navegar entre toda la marabunta que propone la película está el personaje de James Lasombra, interpretado por James Badge Dale, quien no deja de ser el policía torturado por un evento traumático del pasado que supuso su caída laboral y que en la actualidad se dedica a la investigación por su cuenta, pero para lo que le pide el personaje lo cumple de forma correcta y al final todo ese estereotipo de personaje tiene una razón de ser. Destacaría también a Sasha Frolova como Amanda y a Robert Aramayo como Garrett, nuevamente, en unos papeles que es mejor no saber mucho sobre ellos.
Como contraparte, por mucho que aprecie el intento por ofrecer algo distinto pero coherente, no se puede negar que hay varias ocasiones en las que la película puede sentirse alargada de más por ese desconcierto de no saber adónde se dirige la trama, que una vez pasada la primera hora al tomar otros caminos haya mucho más diálogo expositivo de verborrea que puede llegar a saturar o que finalmente cuando se revela la tan ansiada criatura no tiene un diseño a la altura. Pero a pesar de estos defectos, tiene el mérito de mantener al espectador hasta el final, tan solo por la curiosidad que genera el desenlace de trama, generando una rareza muy peculiar.