The Funeral
Algo común en varios subgéneros del terror es que no importa los años que este lleve vigente, pues siempre habrá formas nuevas de contar una historia, algunas muy subversivas que redefinan un género. Los slashers, los vampiros y los zombies son algunos ejemplos de subgéneros que parece que constantemente encuentran nuevas formas de llegar al público. Y si bien la película de hoy contiene elementos ya vistos en otras cintas, pero su tratamiento es tan curioso y particular que merece su propia mención especial.
Cemal es un solitario e introvertido chófer de coches fúnebres en la Turquía rural. A Cemal se le encarga la tarea de transportar y custodiar el cadáver de Zeynep, una joven hasta casa de sus padres por una elevada suma de dinero. Sin embargo, durante el trayecto el cadáver cobra vida con un hambre por la carne y la sangre de los vivos. Cemal ante esta situación le proveerá las victimas necesarias para saciar su apetito, aunque eso le lleve a cometer crímenes por toda la región y estar en la mira de la Policía local como un asesino en serie.
Solo por su planteamiento es fácil que a uno se le venga a la mente la maravillosa Déjame entrar. No solo por la improbable relación entre un humano solitario que no tiene nada ni a nadie y una criatura sobrenatural (en este caso una zombie) en circunstancias todavía más extrañas, sino por cómo se va a desarrollar esa relación, por los límites que Cemal está dispuesto a romper con tal de complacer a Zeynep en lo que bajo cualquier prisma se consideraría una relación tóxica y por la ambientación tan fría y aséptica en la que tiene lugar la historia, donde los entornos más recónditos y marchitos junto con grandes cantidades de nieve son también los protagonistas del filme. Pero ahí es donde podrían terminar los paralelismos, pues mientras que la cinta sueca trataba unos temas muy delicados y específicos, en esta ocasión es difícil discernir cuáles son los temas que tratar más allá de la relación entre Cemal y Zeynep. También por el asunto de custodiar un cadáver que resulta guardar muchos más secretos de lo que parece se podrían establecer similitudes con La autopsia de Jane Doe o con El Viyi, pero solo temáticamente y el resultado sin duda es bastante más disperso.
El ritmo de la narración tampoco lo pone sencillo de cara al espectador. Es entendible que si el personaje protagonista se dedica a conducir un coche fúnebre que la ambientación sea más bien apagada y hasta cierto punto que esa oscuridad pese sobre la pantalla, pero sí es cierto que el ritmo puede resultar excesivamente pausado en ocasiones, especialmente hasta que los elementos más característicos del terror aparecen. Y una vez han hecho acto de presencia para quedarse hasta el final, puede resultar frustrante porque hay ocasiones en las que la película avanza dando tumbos, como si no supiese exactamente hacia donde quiere ir por mucho que intente establecer una mitología interesante y no quisiera dar respuestas a muchas de las preguntas que plantea, aun teniéndolas bien presentes y prácticamente en la cara, suplicando por algo más que llega en forma de migajas.
Dado que la película lo confía todo a los personajes de Cemal y Zeynep, el trabajo de ambos actores debe mantener a flote la cinta. Sería fácil criticar la actuación de Ahmet Rifat Sungar como Cemal, que se pasa el filme como si estuviera en un perpetuo estado de sonambulismo, lo que se puede confundir con una desgana por su actuación. Pero personalmente creo que es parte del personaje, mostrar esa indiferencia y esa sensación de desconexión de todo lo que le rodea hasta que Zeynep por algún extraño motivo se convierte en todo su mundo y decide hacer lo posible por cuidarla. Ahí se pueden ver destellos del cariño que le profesa. Y en cuanto a Cansu Türedi como Zeynep su trabajo merece más consideración, pues se pasa todo el metraje sin articular palabra como esa zombie traída de vuelta a la vida, y sin embargo, resulta fácil encariñarse con ella a través de los ojos de Cemal, incluso en los momentos más oscuros por todo lo que se lleva a intuir de su pasado y su inminente futuro.
Entre las formas y el contenido del tratamiento sobre la relación entre un humano y una zombie en un entorno opresivo y desesperanzador hay puntos interesantes, sobre todo en cuanto a cómo se forma sutilmente esa relación enfermiza. Pero sí diría que en el fondo es mucho café para cafeteros, pues su visionado requiere armarse de paciencia y de saber de antemano que algunas de las expectativas que se pongan sobre la historia debe bajar levemente.