Alber Pintó regresa al cine con Tierra de nadie.
La historia de tres viejos amigos. Mateo «el Gallego», un heroico -a su pesar- guardia civil, Juan «el Antxale», un pescador convertido en narco por la mala suerte y el paro, y Benito «el Yeye», un resignado e inteligente depositario judicial siempre a medio camino entre la ley y la delincuencia. Tres amigos separados por un lugar, Cádiz, y un momento, el presente. Atrapados los tres entre el abandono de las instituciones, el violento e imparable ascenso del narco en la provincia y el peligroso aumento del descontento social. Tres amigos atrapados en un polvorín que pondrá a prueba su amistad. El traslado rutinario de un yate incautado a un peligroso cártel se convierte en una aventura entre la vida y la muerte.
Un thriller de corte policial ambientado en el mundo del narcotráfico. En España todos los títulos de este género se parecen, como si todos hubieran sido filmados por Calparsoro, Pintó apuesta por una narrativa menos efectista pero tampoco me funciona. A nivel de ritmo, Tierra de nadie es algo lenta, todo el tiempo parece que pudiera ocurrir algo interesante pero simplemente no sucede.
Una historia de hombres rudos, golpeados por la vida y por un destino marcado por malas decisiones, esto lo hemos visto antes y mejor narrado. Al igual que en Nowhere , Malasaña 32 o Matar a Dios, el director no me entretiene. El talón de Aquiles lógicamente es el guión, el desarrollo de unos personajes que psicológicamente me dan bastante igual. En las secuencias de acción no encuentro mucho de dónde agarrarme, tampoco.
Con dos grandes actores como Luis Zahera y Karra Elejalde en pantalla, siento que se desaprovechan y en el caso de Jesús Carroza, apenas se nota que está.
En definitiva, Tierra de nadie es un thriller dramático no tan recomendable.