Triangle
Poco a poco, la situación excepcional que estamos viviendo en todo el mundo parece estabilizarse. Esta nueva normalidad se traduce en que durante las últimas semanas en las carteleras se ofrecen estrenos muy potentes. Sin embargo, no dejan de abundar por las redes sociales todo tipo de recomendaciones en cuanto a películas y series, y como no podía ser de otra forma, la cinta que vengo a comentar hoy es resultado de una de esas recomendaciones. Se trata de Triangle.
Jess se dirige al puerto para salir a navegar en el yate con un grupo de amigos. Pero lo que parecía un tranquilo paseo se verá interrumpido por una misteriosa tormenta que obligará a al grupo a subir a otro barco, un sitio que solo le causa malas sensaciones a Jess.
Con esta película uno está ante uno de esos casos en los que es mejor adentrarse en ella sin saber mucho y dejarse sorprender. Y lo cierto es que su inicio hace un buen trabajo desconcertando al espectador, mostrando la información en pequeñas dosis y creando cierta aura de misterio alrededor de Jess tan por parte del resto de personajes como de los propios espectadores. Aunque su inicio hace un buen trabajo sembrando la duda y estableciendo las relaciones entre los personajes (particularmente entre Jess y Greg, o Jess y su propio hijo), a priori se trata de un comienzo que se siente convencional y que uno puede intuir por donde va a ir la trama. Por fortuna, la paciencia en este caso tiene su recompensa.
Lo que podría parecer un sencillo filme de terror sobrenatural o slasher añade un componente de ciencia ficción que es finalmente lo que le da sentido a todo el guion, en donde no hay momento para el aburrimiento y donde las piezas del puzle van encajando hasta el final, de modo que el espectador no se despega de la pantalla y que la trama logra sorprender. Y si bien emplea varios géneros para moldear a su antojo la historia, en su vertiente dramática también es muy correcta a la hora de plasmar el conflicto de Jess con su hijo, que no es particularmente novedoso, pero tiene un tratamiento más decente de lo que podría parecer a simple vista.
Al ser el Jess el personaje que más minutos en pantalla tiene y ser casi la absoluta protagonista de la película, el trabajo de Melissa George aquí es bastante completo. Desde una aparente vulnerabilidad al principio hasta una rabia y una determinación imponentes a media que va pasando el metraje, y todo con una meta muy clara: regresar a casa al lado de su hijo. Y aunque la cinta no sea exclusivamente de un solo personaje, lo cierto es que el resto de los actores están supeditados a Jess, por lo que sus aportaciones individuales son escasas y no muy destacables.
Como contrapuntos negativos, su acabado visual en ocasiones puede añadir a esa sensación de desconcierto generalizada, pero su montaje a grandes rasgos resulta caótico dado que en varias escenas no se aprecia con claridad el curso de la acción. Lo mismo va para la fotografía, que es comprensible que en ocasiones pueda emplearse la cámara en mano para contribuir a la inestabilidad intrínseca de la historia, solo que después de un rato se vuelve un recurso molesto. Pero, aunque sean unos detalles técnicos a tener en cuenta, no empañan el buen resultado de una cinta que podría haberse quedado en algo típico y sabe darle una vuelta de tuerca dejando pegado al espectador hasta el final.