Annette
El cine de Leos Carax se acerca a la poesía y la plástica, se aleja de la narrativa clásica, para ser una experiencia sensorial y desoladora. Annette su nueva película es un delirante ejercicio de estilo que puedes amar y odiar con la misma intensidad.
Un cómico , tiene que enfrentarse a la realidad de cuidar a su hija de 2 años tras el fallecimiento de su esposa, una cantante de ópera, pero pronto se da cuenta de que su pequeña tiene un don muy especial.
Ganadora en Cannes del premio a mejor dirección, el filme arranca con un prólogo que responde a características del metacine y lo teatral. A lo largo de casi 3 horas asistimos a una historia cargada de fantasía y puro surrealismo.
Annette no es una película musical, tampoco un drama convencional, pudiera caer en el grupo de las inclasificables y eso no siempre es bueno. Una cinta donde se canta y se baila más de lo que se actua, la dirección de arte es como un cuento, la cinta es una fábula que combina el éxtasis con lo psicodélico. Lo que le pasa a este matrimonio, a su familia y a nivel profesional no toma relevancia ni siquiera en sus momentos más trágicos.
Adam Driver, uno de esos nombres sobrevalorados de la actuación de los últimos tiempos asume quizás el personaje más complicado de su carrera. Si bien es cierto que ha incursionado en casi todos los géneros, no le veo esa versatilidad, tampoco capacidad de desdoblarse. Es casi el protagonista absoluto y todos sus monólogos me resultan horribles y sobreactuados, además de cantar pésimo.
Por la parte femenina tenemos a una de las actrices francesas más mediáticas e internacionales: Marion Cotillard. A diferencia de Driver, ella hace dotes de sus cualidades vocales, las que ya conocíamos de La vida en Rosa pero sigue sin mostrarme una interpretación orgánica.
En lo personal no me identifico con la obra de Carax, por tanto Annette no me incendia la retina, ni buena ni mala, pero los amantes del realizador seguro la encumbrarán como obra maestra.