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Crítica de la película francesa Benedetta

En el 2019 Paul Verhoeven se aventuró a filmar una película que lo reafirmaría como director polémico:  Benedetta. No se pudo estrenar en el tiempo previsto y parecía que nunca la veríamos, sin embargo Cannes la recibió con los brazos abiertos este 2021.

Italia, siglo XVII. Benedetta Carlini llega al convento de Pescia, en la Toscana, y asegura ser capaz de hacer milagros desde que era joven… El filme es la adaptación de la novela “Immodest Acts: The Life of a Lesbian Nun in Renaissance Italy (Studies in the History of Sexuality)” de Judith C. Brown.

Verhoeven con 82 años, con filmes comerciales como Robocop y Desafío total a sus espaldas o las candentes Instinto básico y Showgirls se consolida como un director con voz propia.

Benedetta es una historia provocadora, como lo fue Elle, lo que tiene a la iglesia y la fe como centro. A ella la vendieron de pequeña al convento, no conocía de la vida, sin embargo tenía un vínculo con lo divino. Bennedetta nunca fue una cierva de Jesús, era su novia, aquí ya vemos un acercamiento a lo irreverente.

El cineasta nos traslada a la Italia de la Contrarreforma con un espectacular diseño de producción, los decorados son impresionantes. Al igual que Scorsese en La última tentación de Cristo, Verhoeven recurre a metáforas fantasiosas para ilustrar las tentaciones y por supuesto al diablo.

Una cinta que por supuesto es polémica, no todos los días se nos cuenta la historia de una monja lesbiana con visiones, pero la película va más allá. Es una crítica a las relaciones de poder dentro de la religión, es un cuestionamiento sobre creer y lo espiritual, el espectador jamás sabrá realmente si lo que se narra fue cierto.

No es todo lo gamberra, sucia y física que quizás esperaban algunos, su escena de sexo y la comentada del dildo están rodadas a la perfección, al detalle. Como todo un virtuoso, el realizador nos regala momentos simpáticos como el de las letrinas o escenas sangrientas como la de los estigmas, para culminar en un desenlace explosivo.

Temía que Virginie Efira no fuera capaz de ser la monja atormentada y pecadora, su belleza, junto a sus trabajos anteriores me hacían dudar. Su interpretación es poderosa, emocional y sale triunfante cuando aborda diferentes matices. Charlotte Rampling imponente, la maestría, la escuela, que maravilla.

Paul Verhoeven lo vuelve hacer, aleja la figura de Bennedetta de lo divino, la deja en un plano terrenal, a través de una película excelsa, turbia y profana.

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