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El menú

Es incuestionable que una de las películas que marcó el 2019 fue Parásitos. Sin embargo, no deja de resulta curioso que en ese mismo año también se estrenasen Puñales por la espalda o Noche de bodas, otras dos propuestas que consiguieron hacerse un pequeño hueco en la cultura popular y que también trataban desde ángulos diferentes las diferencias entre clases. Directa o indirectamente, tras esa pequeña eclosión da la sensación de que es más frecuente ver propuestas con ese eje de lucha de clases en distintos géneros, y la película de hoy puede encuadrarse entre este grupo. Os hablo de “El menú”.

Margot y Tyler so una pareja que junto a otro grupo de afortunados viajan a una remota isla para disfrutar de una experiencia gastronómica exclusiva a cargo del chef Slowik. Pero lo que en un principio se antojaba como un menú muy especial no tardará en devenir en una experiencia completamente distinta.

Más allá de la mención a la película de Bong Joon-ho en líneas anteriores por su temática, lo cierto es que esta cinta también comparte esa característica de que hablar de más de ella puede arruinar cualquier experiencia, por lo que como dice el chef Slowik, hay que preparar toda la velada de forma meticulosa. El primer acto hace un fantástico trabajo presentando a los personajes, donde cada uno es más insoportable que el anterior en este variopinto grupo de afortunados y adinerados dispuestos a dejarse el dinero en una experiencia culinaria sin igual. Es especialmente interesante como desde el primer minuto quedan patentes las grietas entre Tyler y Margot, unas grietas que no van a hacer más que agrandarse a medida que el filme avance y que hará más tensa la relación, en concordancia con el tono que va adquiriendo la propia película.

Pero aunque claramente el tono inicial sea más de sátira hacia el mundo de la alta cocina y los consumidores de esta, la cinta no esconde en ningún momento que tiene madera de thriller. El simple hecho de trasladar a todos los personajes a una localización remota ya mete al espectador cierta duda en el cuerpo, y el recorrido por la misma isla va dando sutiles pistas de que a lo mejor no es oro todo lo que reluce, y esa imprevisibilidad latente hace que el publico en cierta forma no pueda apartar la mirada. Aunque esto es un arma de doble filo, pues si bien la transición de comedia negra hacia el suspense más crudo está hecha de manera solvente, una vez metido de lleno en el asunto el ejemplo al que más se puede asemejar es al de la reciente El triángulo de la tristeza. Esto quiere decir que la sátira sigue ahí y la intención cómica con humor muy oscuro también permanece, pero una vez atravesado el ecuador de la cinta se siente más como una sucesión de puntos álgidos donde las caídas son pronunciadas e incluso que es simple afán provocador por el mero hecho de buscar el shock fácil, algo que hace que el filme vaya perdiendo algo de fuelle por el camino.

El menú

Se puede afirmar en líneas generales que las escenas álgidas van in crecendo, pues la tensión nunca mejor dicho se ha ido cociendo a fuego moderado en esa pequeña sala de restaurante hasta que rompe a hervir con fuerza y el agua a temperaturas altísimas empieza a salpicar por todos lados, dejando quemaduras sobre todas las superficies que encuentra. De este modo, la sátira y el suspense se van fusionando mejor pero siempre con ese componente de no saber a ciencia cierta qué va a deparar a continuación, por lo que la atención está garantizada hasta el final.

Además del notable trabajo en cuanto al guion y la medida puesta en escena, cada vez más claustrofóbica, gran parte del motivo por el que esa tensión está tan bien llevada es gracias a los actores, especialmente gracias a dos de ellos entre ese gran reparto. Es el caso de Anya Taylor-Joy como Margot, quien ya desde el principio demuestra que tiene un personaje muy interesante entre manos y que se vuelve incluso mejor con el paso del metraje, pasando de una chica en apariencia común y corriente que, sin desvelar mucho, eso finalmente acabará siendo su mayor virtud. Y por otro lado está Joseph Fiennes como el chef Slowik, con su carácter aparentemente sosegado pero que al final acaba resultando bastante volátil y es un placer ver como esa fachada va dando paso a su auténtico ser, al igual que es un placer contemplar todas y cada una de las escenas donde él y Margot se enzarzan en un duelo verbal sin parangón.

 En resumen, la película pone a disposición del consumidor una serie de platos, pero como suele pasar cuando hay abundancia de todo, uno no termina del todo satisfecho por mucho empeño que se haya puesto en la cocina.

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