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Gaia

Un año más, el mes de octubre ha llegado trayendo consigo todo el ambiente festivo mientras se desarrollan los grandes preparativos para Halloween. Para una persona tan fan del terror como lo soy yo, esta fiesta puede ser prácticamente todo el año, pero durante esta temporada que irrumpe con toda su fuerza es una excusa perfecta para seguir indagando en el mundillo del terror con más entusiasmo si cabe. Y gracias a esa naturaleza curiosa, el argumento de la película de hoy captó mi atención casi al instante y supe que más pronto que tarde me pondría con ella.

Gabi y Winston son dos guardias forestales en una misión de vigilancia de un denso e inexplorado bosque. Al querer recuperar el dron, Gabi se aventura hacia el interior del bosque y acaba herida, pero un padre y un hijo que viven dentro de ese bosque logran curarla y salvarla. Y en un principio, lo que parecía un sencillo rescate, no tardará en volverse algo más siniestro cuando Gabi descubra el extraño culto que le profesan el padre y el hijo al bosque o a un ente que allí reside.

Una vez explicado el planteamiento, no es casualidad que el título de la cinta sea el escogido, ya que el nombre de Gaia en la mitología griega designa a grandes rasgos a la Madre Tierra y le otorga el gran poder como un ente primigenio, llegando a ser incluso la primera entidad que estaba antes de todo y todo lo que tiene que ver con la vida es posterior a ella. Al mismo tiempo, existe la llamada hipótesis de Gaia, una teoría que sostiene que todos los seres vivos que habitan en la tierra y también materias como las rocas o los océanos forman un sistema único, un organismo único capaz de autorregularse para sobrevivir, o en otras palabras, que la Tierra es capaz de tener vida propia como un organismo independiente capaz de sobrevivir por su cuenta.

La película es consciente de ambas acepciones, y a partir de ahí es donde desarrolla el conflicto a través de dos posturas muy diferenciadas: La del culto a la naturaleza que está por encima de todo a través de ese bosque frondoso pero con varios matices gris y la parte más científica de tratar de encontrarle una explicación racional a toda esa mitología que se va creando. Ambas vertientes se van cociendo a fuego muy lento, fruto de una narrativa más densa que puede recordar a La bruja o Midsommar, una atmósfera febril que parece sacada de la peor pesadilla (y donde las pesadillas son un motivo muy recurrente durante el metraje), un body horror capaz de hacer estremecer al más valiente, una sensación perpetua de desorientación a causa de ese bosque como elemento principal de la historia y que resulta excelente a la hora de jugar con la locura y de generar dudas sobre qué es real y qué no en un entorno desconocido, similar a Aniquilación; una historia cimentada en un reducido número de personajes que provoca que esa paranoia, sensación de aislamiento y desconfianza se acrecente incluso más, una fotografía que juega con el verde, el rojo y el gris haciendo que en el bosque todo parezca posible y tenebroso con mucha efectividad y una música, que si bien se usa poco, cuando hace acto de presencia resulta perturbadora por su efecto envolvente.

Gaia

Tanto la postura más fantástica y terrorífica como la más racional dentro del contexto señalado se fusionan a la perfección a través de Barend, el personaje del padre interpretado por Carel Nel. Él es la parte más aterradora de ambas vertientes, pues no se sabe donde empieza la parte más devota y donde comienza el aspecto más racional suyo, creando un personaje firmemente convencido de sus creencias y que no tiene ningún reparo en llevar a cabo lo que él considera que es mejor para el bosque o para su hijo Stefan, como si de un profeta ebrio se tratase. Y aunque los momentos más espeluznantes del filme le pertenezcan a él, su personaje tiene las suficientes capas para construir a una persona humana, con sus temores, sus dudas y sus lazos familiares justificables. Si bien el resto de los personajes también tienen sus momentos para brillar, en especial Gabi al ser la protagonista, el personaje de Barend eclipsa con facilidad al resto.

Como apunte negativo, la película al apoyarse tanto en la atmósfera y los aspectos más sensoriales deja un poco más de lado la narrativa, resultando en una historia que durante más de una ocasión parece que da vueltas sobre sí misma, que se alarga más de lo habitual, que su mitología no es tan llamativa como podría parecer a priori o que finalmente es mucho envoltorio para un contenido tan diluido. Es un metraje que pone a prueba la paciencia y que no es plato para todos los gustos, pues es cosa de cada espectador determinar si lo que ha visto ha merecido la pena. Por mi parte, merece un vistazo y cierto reconocimiento al tratarse de una muy interesante ópera prima de su director Jaco Bouwer.

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