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John Wick 4

A estas alturas de la película hablar del éxito que ha supuesto la saga de John Wick es redundante pero no por ello menos impresionante, pues el hecho de que con cada nueva cinta el público haya sido fiel o que más gente se haya acercado a contemplar las aventuras de este icono del cine de acción contemporáneo y que con cada nueva entrega la calidad haya ido creciendo exponencialmente son logros que hay que aplaudir. Pero con ese buen nivel y constancia siempre queda la duda de hasta cuándo se puede mantener esa nota tan alta, dónde está ese cénit, por lo que las expectativas se mezclan con un resquicio de temor. Sin embargo, después de casi una década, la dupla formada por Chad Stahelski y Keanu Reeves ha demostrado de sobra que se puede confiar en ellos, pues siempre ofrecerán un excelente trabajo capaz de seguir dejando boquiabiertos a los más escépticos. Os hablo de John Wick 4.

Tras lo acontecido en la tercera película, a John Wick no le queda más remedio que acabar con la Alta Mesa. Pero su camino no será nada fácil, pues uno de los miembros más poderosos de la Alta Mesa, el Marqués Vincent de Gramont, está esperando a Wick y no dudará en usar toda su influencia y recursos para acabar con él de una vez por todas.

No puede haber mejor preludio a la cinta que unos versos de Dante recitados con una solemnidad y promesa en el tono mientras la imagen es una sucesión de puñetazos marcados, lentos, sonoros, contundentes, de modo que se superponen la belleza de la poesía con la violencia más primitiva y descarnada, una característica que se ha mantenido constante a lo largo de la franquicia por otra parte, pero que como primer vistazo en esta ocasión es toda una declaración de intenciones.  Las primeras piezas de lo que va a ser la historia para esta película no tardan en colocarse sobre el tablero de ajedrez, con precisión y tomándose su tiempo en hacer lo movimientos correctos, pero una vez que se pasa a la acción hay que agarrarse fuerte a la silla, pues el viaje va a ser imparable, donde claramente su influencia más palpable es la épica un western, encaminado a una gloriosa batalla final.

John Wick 4

Durante ese primer acto que va consolidando todo con paso firme, la mitología de este submundo criminal sigue expandiéndose, por lo que los viajes a diferentes rincones del mundo están garantizados y el entramado acaba haciéndose más rico a la vez que la acción va dando los primeros síntomas de visibilidad. Y tal como sus responsables han ido acostumbrando al público fiel con las entregas anteriores, una vez que comienza la acción la escala que se maneja a todos los niveles es impresionante. Las majestuosas localizaciones pasando por los abismales desiertos, el Osaka más futurista, el Berlín que mezcla a la perfección lo tradicional más siniestro con lo moderno o la fastuosa y traicionera París; la fotografía neón que ya es parte del ADN de la saga donde conviven la paleta de colores más fría con la más cálida, un cuidadísimo trabajo en cuanto a los efectos de sonido, donde cada golpe y cada disparo se siente en las propias carnes, desgatando tanto a los espectadores como el propio Wick, quienes llegan al tercer acto tratando de recuperar la respiración para todo ese clímax donde todavía hay espacio para más.

Qué decir sobre la acción dispuesta en pantalla. Si a lo largo de todas las películas de John Wick la acción ha ido volviéndose más grande, acorde con las escalas que cada cinta maneja y llevando por bandera el lema de que cuanto más grande, mejor; el listón para esta no iba a ser la excepción. Pero son dos asuntos muy diferentes imaginar las posibilidades dentro de la propia cabeza y ver que cualquier expectativa materializada en la realidad ha sido pulverizada de manera fulminante. Todo lo que se ha había visto en los filmes anteriores está aquí también: objetos cotidianos empleados como armas letales, unas luchas cuerpo a cuerpo que no pueden estar mejor trabajadas con unos stunts que hay que ver para creer acompañados de una cámara que no se despega en ningún momento del sujeto de la acción, haciendo que todo parezca más frenético y espectacular; unas armas que están diseñadas para dejar volar la imaginación e ir acompañadas de sonoras carcajadas cómplices, y en general, un despliegue de medios como pocas veces se ha visto en pantalla, donde todo ha conducido a ese salvaje e indescriptible tercer acto donde es imposible quedarse con una sola escena de esa inabarcable secuencia non-stop.

Esta madurez técnica de Stahelski detrás de la cámara es palpable, pues aquí literalmente ha puesto toda la carne en el asador con un resultado magnífico gracias a los años de veteranía donde todas sus influencias en el género de la acción tienen su hueco en la historia. El mencionado western, los estilos de lucha más propios del cine asiático o el inherente slapstick a stunts imposibles, entre otros. El caso de Keanu Reeves merece capítulo aparte, pues el trabajo físico y su dedicación al personaje a lo largo de los años es de un compromiso absoluto, tanto que cuesta creer que pueda seguir de pie después de todo lo que hace en esta película en particular, y es todavía más admirable su aguante físico si se tiene en cuenta su edad, pero al final el trabajo tiene su recompensa y por mérito propio su John Wick ya está en la cúspide de su carrera al igual que Neo.

John Wick 4

En cuanto a las adiciones para esta ocasión, hay dos nombres que destacan en especial. El primero es el de Bill Skarsgard como el poderoso Marqués, haciendo de él un personaje que no se toma demasiado en serio a sí mismo, jugando con ese cliché de antagonista pomposo que más bien mueve los hilos por detrás pero que al mismo tiempo resulta amenazante en el que tal vez es de los mejores villanos de la franquicia. Y por supuesto el Caine de Donnie Yen, un personaje que rebosa carisma en cada una de sus apariciones, convirtiéndose en un secundario de lujo tanto por sus escenas de acción como por el personaje en sí.

El tiempo y la respuesta del público ante esta película serán cruciales para determinar si este es el punto y final de una sobresaliente franquicia con futuros planes de expansión de su mitología o si por el contrario todavía hay gasolina para más. Por mi parte, si este es el adiós, aunque momentáneo, no podría estar más satisfecha, pues quién iba a pensar que una humilde producción casi diez años atrás donde el asesinato de un perro iba a dar para tanto y tan bien. Pero si quieren continuar con esta senda más pronto que tarde, servidora aquí estará para deleitarse con todo lo que este mundo tenga que ofrecer y que hasta ahora no ha hecho más que brindarle un inmensa alegría año tras año.

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