La casa (2022)
En alguna que otra ocasión he comentado como el hecho de disponer de varias plataformas de streaming donde cada fin de semana llueven estrenos de diversas índole hace que sea difícil mantenerse al tanto de todas las novedades. En el caso particular de Netflix con su estrategia, hay ocasiones en las que da la sensación de que muchas de las películas o series que estrena pasan sin pena ni gloria y quedan reducidas a anécdotas dentro de su catálogo en un abrir y cerrar de ojos. Pero de vez en cuando, sin hacer mucho ruido, uno encuentra una sorpresa muy grata entre toda la pila de la inmensa selección. Os hablo de La casa.
Se trata de tres historias diferentes protagonizadas por una familia de clase baja, un vendedor inmobiliario y una casera con pocas esperanzas, situadas en el pasado, presente y futuro respectivamente, cuyo nexo entre ellas no es otro que la misteriosa casa.
Lo primero me gustaría aclarar es que bajo todas las luces esta película es animación destinada a adultos y esto es algo muy notable desde los minutos iniciales, donde una sensación de pesadumbre lo envuelve todo y hay poco espacio para el humor, al menos en un primer vistazo. Y lo segundo es que, al tratarse de una cinta compuesta por varios segmentos, resulta inevitable que haya uno o varios que sobresalgan por encima de otros, por mucho que el conjunto se quede en algo bastante compacto en su resultado final.
Una vez aclaradas esas dos cuestiones importantes, se puede hablar del acierto de la animación en stop-motion, pues aunque cada historia tenga sus particularidades con el diseño de personajes, la ambientación, la paleta de colores o las decisiones estilísticas ligadas a la narración, es un tipo de animación que ya de por sí arrastra un componente siniestro, algo que todos los directores de los diferentes segmentos saben perfectamente y se aprovechan de ello, logrando un acabado visual que se siente muy artesanal en un extraño híbrido entre la delicadeza y lo siniestro que puede recordar a la filmografía del Estudio Laika o al stop-motion de Wes Anderson, aunque si bien en ambos casos pueden tener sus bromas internas más destinadas a adultos pero son igual de aptas para un público menor de edad, la mezcla que se consigue aquí entre texturas realistas y personajes más hechos a mano resulta estremecedora.
Al concederle absoluta libertad a los diferentes directores de las historias no solo se abre la posibilidad de que cada uno tenga a unos personajes bien diferenciados, sino que también se da cabida a que cada historia esté dentro de un género sin dejar de lado el terror y la unión que supone entre ellas la casa. Mientras que la primera tiene aires de cuento pero con un terror psicológico subyacente desde el comienzo hasta el final, la segunda historia abraza sin complejos un thriller también psicológico pero con muchísimas pinceladas de surrealismo y que juega durante todo el metraje con las metáforas, desembocando en unas espeluznantes imágenes finales. Es la tercera y última historia la que podría encuadrarse dentro de un drama más al uso, pero también tiene su buena parte de carga psicológica y alguna imagen así como algún otro recurso que provoca escalofríos.
Por si el uso de imágenes estremecedoras, las metáforas muy bien hiladas o las historias en sí no fueran suficientes, todos los segmentos están acompañados de las partituras de Gustavo Santaolalla y se amoldan perfectamente a la raíz de cada una de ellas, aunque la sensación general que deja tras su paso es el de unas melodías de violines melancólicas a la par que estremecedoras. Y para bien o para mal, el tener tres historias tan distintas entre sí con una duración preestablecida es un factor con el que si no se está disfrutando de la historia actual, la siguiente tal vez pueda deparar algo mejor. Aunque en mi opinión más personal, el mejor segmento de todos es el primero porque todas las teclas que toca de terror psicológico están en completa armonía y que podría funcionar como una gran película de terror.
En líneas generales, pese a tener segmentos que destacan más que otros, el conjunto es lo suficientemente atractivo para darle oportunidad, donde la animación es el instrumento perfecto para contar esas historias en torno a la casa y con mucha sencillez, causar gran malestar.