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La peor persona del mundo | Oscars 2022

Joachim Trier ya tenía una trayectoria remarcable como uno de los realizadores dentro del circuito europeo, pero en lo personal no fue hasta Thelma cuando me llamó la atención su trabajo y opté por seguir de cerca sus futuros proyectos. Y su última película: La peor persona del mundo después de un largo recorrido por festivales con algún que otro galardón ha logrado llegar hasta los Oscar en las categorías de mejor película internacional y mejor guion, por lo que mis expectativas a la hora de abordarla eran casi desmedidas, pero por fortuna todo lo bueno que se había dicho de la cinta era cierto.

La historia abarca cuatro años de la vida de Julie, una joven cercana a la treintena tratando de encontrarse a sí misma de forma realista en medio de la insatisfacción de su vida laboral y sentimental.

Desde hace unos años llevan proliferando en el cine independiente estadounidense filmes sobre gente entre los 20 y los 30 años tratando de encontrar su lugar en el mundo. Sin embargo, como suele ser habitual en la impronta estadounidense, esa búsqueda viene acompañada de ciertas ideas de grandeza con un propósito muy específico y se decantan por un tono cómico o dramático. Pero al estar situada en Oslo, el tratamiento de la película de Trier es muy diferente. Sí, la búsqueda de la propia Julie sobre las cuestiones fundamentales de su vida son el motor de la historia, pero su tratamiento mucho más cotidiano, mucho más cercano a los coming of age donde los protagonistas son adolescentes y hasta cierto punto más disperso sobre los temas a los que hace alusión la dotan de una personalidad muy especial. Asimismo, el tono está a medio camino entre la comedia y el drama, por lo que los temas más delicados nunca son excesivamente apesadumbrados y el humor es más ligero que no le resta importancia a la seriedad del momento.

Su estructura divida en prólogo, 12 capítulos y epílogo es mas propia de la literatura, y con la adición de elementos como una recurrente voz en off o que cada capítulo con duraciones más diferentes aborde un tema en concreto deja patente esa intencionalidad más literaria. Y si bien utiliza estos elementos de forma muy orgánica para crear algo genuino, no todos los momentos que se ven en pantalla son algo que podría estar entre las páginas de una novela, pues hay estímulos visuales a base de ensoñaciones, deseos o alucinaciones que aprovechan a la perfección el soporte cinematográfico para terminar de perfilar el perfil de Julie. Dichas escenas pueden parecer rupturistas con todo el conjunto más terrenal que se viene presentando, pero más allá de cualquier virtuosismo técnico, son clave para tratar de descifrar los pensamientos de Julie y las acciones que llevará a cabo a continuación.

La peor persona del mundo

Se podría argumentar que al estar dividida la película en capítulos y que cada uno aborde un tema concreto estos estén tratados con superficialidad, pero hay tanta madurez en el guion y la suficiente seriedad para hablar de feminismo, maternidad, relaciones amorosas donde la diferencia de edad se quiera o no hace que las dos personas tengan prioridades y mentalidades distintas, el anhelo por una conexión a varios niveles, la manera en la que algunos progenitores se desentienden con una frialdad progresiva de sus hijos tras un proceso de separación, y por encima de todas las cosas, el intentar encajar en el mundo, un mundo cada vez más competitivo y de sobreexposición donde parece que haya una marca de edad en la que se deben haber cumplido ciertos requisitos para sentir que se ha aprovechado bien el tiempo o de lo contrario el resultado es un absoluto fracaso tanto a nivel laboral como sentimental. Julie se enfrenta a todos estos dilemas a lo largo de la cinta, solo que son problemas que abarcan a un sector bastante amplio de la población y con los que es muy fácil empatizar.

Al estar tan centrada la cinta en las sensaciones de Julie, gran parte del resultado final depende de la actriz. Y gracias al guion y al trabajo de construcción que hace Renate Reinsve se logra un personaje memorable a base de silencios y de sutilezas donde su insatisfacción y sus inquietudes son palpables, con muchos matices a base de sus dudas existencialistas, su espacio para cometer errores, donde ella simplemente actúa según sus impulsos que pueden ser más o menos acertados a ojos del espectador, pero la película nunca la juzga y donde a lo largo de todas sus etapas vitales consigue un vínculo francamente bonito con Anders Danielsen Lie.

En línea generales, se trata de una película que coge los elementos primarios de las comedias y dramas indies románticos con un buen empaque de sensibilidad y cero condescendencia para crear una historia donde el perfecto equilibrio entre ligereza y madurez resultan brillantes, de modo que las imágenes y los diálogos sientan como una cálido abrazo y un jarro de agua fría despertando todo tipo de sensaciones.

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