Navidad de golpe
Para quienes crecimos a finales de los 80 y principios de los 90, Lindsay Lohan se convirtió en un referente cinéfilo. Nos acompañó como la dulce niña que encontraba a su gemela perdida en un giro absurdo y divertido de los acontecimientos (Juego de gemelas, 1998). Pasó la adolescencia a nuestro lado explicando lo complicado de esta etapa, con símiles absurdos relacionados con el reino animal, en esa obra de arte costumbrista que es, y siempre será, Chicas Malas (Mean Girls, 2004). De su mano vivimos situaciones que entendíamos muy bien. Desde pelearnos con nuestra madre y pedirle aquello de Ponte en mi lugar (2003) o pensar que eres la persona más desgraciada del mundo hasta que llega ese primer amor que lo cambia todo (Devuélveme mi suerte, 2006)
El tiempo pasó, crecimos y Lindsay trató de encontrar su propio camino lejos de la imagen de niña buena, divertida y perfecta que Disney le había creado. Y en ese trayecto se perdió algunas veces y se alejó de nuestras pantallas. Hasta ahora.
Las películas de Navidad son como las pelis de tarde, cumplen una función social más allá de su calidad cinematográfica. Algunas son tan malas que terminan resultando sublimes. La trama es tan predecible, los personajes son tan planos, que consiguen su objetivo final: ayudarte a desconectar.
El director Janeen Damian, presenta la historia de Sierra (Lindsay Lohan), una joven rica, mimada y consentida a la que su padre, el magnate hotelero Beauregard Belmont (Jack Wagner) le tiene preparado un puesto vitalicio en la empresa para que no deba preocuparse lo más mínimo por su futuro: Vicepresidenta de Atmósfera. Sierra, que es pija, pero no tonta, sabe que es una estrategia de su padre para seguir controlando su vida y aunque es demasiado vaga para elegir su ropa o hacerse el desayuno, tiene grandes ambiciones. Sabe que llegará lejos.
La acompañará su novio Tad Fairchild (George Young), un influencer famoso que aporta a la vida de Sierra aún más postureo y superficialidad (por si no tuviera suficiente). Una premisa clásica en el cine es que el héroe (en este caso la heroína) debe experimentar un conflicto que ayude a cambiar por completo el curso de los acontecimientos y, al tratarse de una peli navideña, ese despertar debe implicar la presencia de uno (o todos) de los siguientes elementos:
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Amor verdadero.
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Un niño o niña que contagia a los adultos la fe en la magia que habían perdido.
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Recuerdos de infancias felices con progenitores muertos.
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Papá Noel haciendo cosas.
Si cogemos todos esos elementos, ponemos a Sierra a hacer esquí en la montaña con su insufrible novio, introducimos una nevada que los lleve a sufrir un accidente que deriva en la pérdida de memoria de la protagonista (conflicto), tendremos la receta perfecta para una soporífera a la par que entretenida comedia navideña.
La guinda del pastel la pone una adorable y repelente huerfanita que vive con su padre (un viudo sin suerte según la sinopsis) y abuela en un hotel rural de montaña al borde de la quiebra. Allí acogen a Sierra después de su accidente mientras recupera la memoria. A través de paseos por el mercado navideño, charlas motivacionales con un señor mayor disfrazado de Papá Noel y “divertidos” desencuentros con una lavadora y una sartén, Sierra descubrirá el verdadero significado de la Navidad. Pero como en todo viaje del héroe la protagonista llegará a una encrucijada ¿elegirá su antigua vida de lujos y privilegios o lo dejará todo para vivir perdida en medio de la montaña en un hotel ruinoso con una niña repelente y su abuela cotilla? Solo el tiempo lo dirá.
- Te recomiendo esta película si necesitas parar tu mente durante 1 h 35 min.
- Quieres poner una película de fondo durante tu siesta.
- Echas de menos a tu actriz de infancia y juventud y necesitas verla cantando el mítico Jingle bells rock.
Quédate hasta el final (o ponte la alarma) si quieres ver a Lindsay haciendo el tonto con una manita minúscula.
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