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Nuevo sabor a cereza - Crítica de la película

Desde que llegase a la pequeña pantalla Channel Zero, el nombre de Nick Antosca saltó a la palestra y personalmente me dejó con ganas de saber cuales serían sus próximos proyectos, ya que en mayor o menor medida, todas las temporadas de la mencionada serie habían sido un disfrute y ponían de manifiesto un estilo muy peculiar. La prueba de fuego ha llegado con este nuevo proyecto y a continuación intentaré detallar mis impresiones, que son muchas y diría que muy intensas, casi tanto como la propia serie. Se trata de Nuevo sabor a cereza.

Basada en la novela homónima de Todd Grimson, la historia se centra en Lisa Nova, una directora novel que llega a Los Angeles en la década de los 90. Su llegada a la ciudad de los sueños se debe a que Lou Burke, un conocido productor, está interesado en el cortometraje de Lisa. El asunto parece ir bien para las dos partes, pero no tarda en torcerse, provocando que Lisa quiera vengarse destruyendo a Lou a toda costa, incluso si tiene que recurrir a maldiciones para ello.

Se suelen decir la siguientes palabras con bastante ligereza, pero en este caso todas ellas son absolutamente ciertas: hacía tiempo que un producto audiovisual no me dejaba tan descolocada y la vez tan fascinada por la rareza que es en sí misma. Es una propuesta que cuesta definir de manera adecuada con palabras y a la vez hay que tener cierto cuidado a quien recomendársela dada la radicalidad de esta, pues haciendo un pequeño juego de palabras, no todos los paladares estarán listos para ella.

Nuevo sabor a cereza

Pese a la excentricidad de la serie, sus referencias iniciales al cine de David Lynch y David Cronenberg son muy claras. La primera por ese ambiente surrealista y sórdido de Los Angeles donde todo parece complicarse a medida que van avanzando los capítulos y por las propias inquietudes de Lisa (aquí incluso se le pueden sacar paralelismos con The Neon Demon), y la segunda por todo el body horror que rodea la narración. Y aunque las influencias sean tan palpables a través de los fotogramas y el guion, si uno está familiarizado con el trabajo anterior de Nick Antosca sabe que es capaz de agregar surrealismo, imágenes macabras y atmósfera enrarecida para darle mucha personalidad y que el conjunto resulte todavía más inclasificable.

Entre toda la venganza sobrenatural de la trama, las imágenes grotescas están a la orden del día y son bastante variadas: un extraño vudú con pociones, mejunjes y brebajes con los ingredientes más indigestos, un ejercito de zombies especialmente lobotomizados, magia sexual, criaturas que parecen salidas la pesadilla más febril, historias siniestras de rodajes o la particular manera que tiene el personaje de Boro de cobrarse la deuda, por mencionar unas pocas de entre toda la malgama disponible. Con tan amplio abanico de posibilidades, uno pensaría que llega un momento que sirve como cénit, y sin embargo, la serie siempre consigue ir un paso más allá, demostrando que hay infinitas maneras de generar sorpresa y repulsión.

Dentro de toda esta vorágine, no faltan distintos personajes que ayudan a sostener este relato tan loco, pero destacan dos especialmente. Lisa, interpretada por una fantástica Rosa Salazar, un personaje muy gris con el que el espectador hasta cierto punto puede entender sus motivaciones pero no compartirlas del todo, más cuando va nadando hacia una espiral sin retorno que puede recordar a lo visto en Bliss de todo vale por el arte; y Boro, a quien encarna Catherine Keener y se convierte en una personaje secundario que se come la pantalla con cada aparición debido a su gran carisma y a que en todas y cada de sus escenas está disfrutando de lo lindo con su trabajo.

Nuevo sabor a cereza

Tal vez las pocas fisuras que se le puedan señalar tengan que ver con el tono, pues a medio camino entre el drama y la comedia negra da la sensación de que en ocasiones los personajes se toman los eventos muy a ligera, como si no tuvieran importancia alguna. Aunque ese problema más o menos queda solventado cuando uno se acostumbra y contempla como la reacción ligera de los personajes es una característica propia pero extraña de la serie. Y el otro punto negativo viene a que tal vez se podría haber contado lo mismo con un menor número de capítulos, aunque la serie no se haga pesada.

En resumen, se trata de una serie, o miniserie puesto que el final no es del todo cerrado, que destaca entre todo el catálogo de Netflix por ser una rareza como ninguna otra que de vez en cuando el gigante de streaming se atreve a estrenar y que hay que señalar cuando hace las cosas bien.

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